Full text: Tomo segundo (002)

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FOLLETIN DE EL MERCANTI! 
VALENCIANO 
  
ojos del anciano, a pesar de la sonrisa 
que entreabría sus labios. 
Margarita nada dijo; pero compren- 
diendo la gran pasión que por la músi- 
ca tenía el marqués de Malfi, comenzó a 
tocar un nuevo nocturno. - 
Cuando hablaba. el piano. el marqués 
enmudecía, y así fué pasando el tiempo. 
agradablemente para aquel noble ancia- 
no, hasta que una voz desconocida para 
él, una voz que hizo estremecer a: Mar- 
garita, le distrajo de su profunda medi- . 
tación. 
- "Aquella voz-sonora pedía permiso casi 
tímidamente para entrar en la sala. 
Era Miguel, que, como de costumbre, 
- Iba'a hacer su diaria visita. ' 
—Adelante, Miguel, adelante — dijo 
Marg arita, haciendo girar la banqueta 
del piano y sonriendo. 
El marqués volvió la cabeza hacia la ' 
puerta lleno de curiosidad, pues él tam- 
bién deseaba conocer al hijo de la can- - 
tinera, al joven generoso que había sal. 
vado de tan gran peligro a Margarita. 
'Al fijar los ojos en él, don Pablo no : 
pudo menos de decir con una ingenuidad 
: verdaderamente infantil: 
— ¡Calla! ¿Es usted el hijo del coronel 
“Redondo? 
—Servidor de usted, caballero. 
—¿El que ha salvado de la deshonta a 
mi pobre y buena Margarita? 
—Señor marqués...—tartamudeó Miguel , 
turbado. 
—Pues me alegro doblemente, pues ya 
le conocía a usted; y aunque sin tratarle 
- muy a fondo, O me había sido 
simpático. : 
—Esas palabras benévolas me Tlenan 
de satisfacción. 
—Nada, nada; tengo muchos años, y 
: achaque es de los viejes decir verdades 
a los jóvenes. 
-  —Si eso son verdades, confieso que ro- 
E suenan dulcemente en mis oídos, 
Margarita escuchaba sonriendo las pa-' 
labras que el marqués dirigía la Miguel. 
_ Aunque son muchos mis años—volvió 
a decir don Pablo—, afortunadamente 
-—cónservo fresca la memoria, y recuerdo 
-— haber visto a usted el año pasado en mi 
quinta de Carabanchel, en os batles*qus 
- dábamos en el jardín. : 
'—Es verdad, señor marqués. Tuve la 
hónra de ser presentado por un joven que * 
_ eta: entonces mi'amigo. 
'—Sf; supongo que se trata ad AÑGjOs 
: da sar un pillete, con cat y SFE E 
tes blancos; uno de esos hijos de familia 
que no han aprendido otra cosa que a 
comerse a dos carrillos la fortuna que 
ganaron 6us padres; pero usted no será 
ya amigo de semejante canalla, 
—¿Amigo?—repuso Margarita, tomando 
parte en la conversación—.-¿Olvida usted 
los desagradables lances que Andrés ha 
tenido con Miguel y con su padre el co- 
ronel? 
—Pues por eso mismo lo digo. 
Desde que. había entrado en la sala el 
joven, a pesar de que la luz de la lám- 
¿para no le permitía distinguir bien los 
Objetos, no césaba de mirar a Margari- 
ta, en cuyo: hermoso rostro se veía la 
huella amoratada del látigo de Emilia. 
Margarita, que comprendió lo que Mi- 
guel quería decir con aquella mirada, no 
hacía otra cosa que sonreirse., a 
Por fin el hijo de Micaela no pudo con- 
tener por más tiempo su curiosidad, y 
preguntó con alguna timidez: : 
—¿Qué es.eso, señorita? ¿Se ha dado us- 
ted algún golpe en la cara? 
—Sí; pero no ha sido nada; no vale la. 
pena—contestó turbada Margarita, 
—¿Y por qué ocultarle ahora—dijo a 
su vez el cri que tendrá que sa- 
- ber mañana? 
Aquellas palabras avivaron la curiosl- 
dad del joven. AO ya 
Margarita dirigió una mirada suplí- - 
cante a don Pable; pero éste no se de- 
tuvo, y refirió en pocas palabras lo que 
; había sucedido aquella tarde en la quin- ' 
ta de Carabanchel. 
Redondo escuchó con profunda indig- 
nación, pero sin interrumpirie una sola 
vez, el relato del anciano. 
Margarita escuchaba también, 
ocultando el rostro entre las manos. 
Cuando el marqués terminó su relato, 
tomó Magdalena la palabra, y ana, diri- 
giéndose a Miguel: 
—Ya ve “usted que sería una gran in- 
justicia que, estando la:razón de nues- ' 
tra parte, pretendiera el conde de San 
pero 
- Marimo «demandarme porque he dico 
do a mi hija. : 
Tr anquilícese usted, soñóre ¿contestó 
Miguel—. ¿Quién tieme más derecho gue 
una madre :a defender a su hija? . 
—Es “que ese pillastre ' de Bonifacio— 
¿añadió con: “acento cólérico el marqués— * 
ha'declárado al conde todo al revés de 
cómo:ha sucédido.. Pero así y todo, cón- 
fío en que se arreglará amigablemente. . 
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