Full text: Tomo segundo (002)

EL ANGEL DE 
- 
49 
LA GUARDA 
  
—Entonces, continuaré explicando el 
objeto de esta visita. Usted comprenderá, 
señor conde, que un noble arruinado es 
cesivamente susceptible: si yo no tu- 
ese la íntima convicción de que nada 
oseo, tal vez pensaría. de otro modo; pe- 
o al verme viejo y. pobre, confieso que 
hiere mi amor propio la. menor exigen- 
Cia, y muchas veces me he dicho: «¿Sa- 
brá mi nieta que yo nada poseo, que to- 
o cuanto aparece a mi nombre es de la, 
exclusiva propiedad de su padre?» Por- 
Que sólo así me explico el tenaz empeño 
«que demuestra esa niña por matar las. 
fecciones más gratas de mi corazón. 
Juelvo a repetir a usted que los pobres 
'scmos -muy susceptibles; y como yo por 
ada del mundo sacrifico los afectos de 
- alma; como yo, viejo achacoso, no 
uedo vivir sin los filiales cuidados. que. 
siempre me ha prodigado Margarita, esa 
bre huérfana cuyo corazón late a im- 
pulsos de la - gratitud, vengo a decir a 
pea: señor conde, que puede disponer 
e la quinta de Carabanchel, que no me 
pertenece. Nada me importa dejar las 
omodidades de un palacio por la estre- 
hez de una, buhardilla, porque en la bu- 
hardilla, siendo yo dueño absoluto de 
ella, no se repetirán escenas tan des- 
agradables como la de ayer, cuando la 
hija de los condes de San Marino arrojó 
por su capricho a las personas que el 
marqués de Malfi recibe con cariño en . 
ce casa. 
El marqués hiso una pausa y se quedó : 
Brico ¡a SU yerno. 
: —Supongo—respondió el conde- -—que no 
tendrá usted queja ni de mi paciencia ni 
demi resignación. Desde el momento en 
que ví la tarjeta que usted tuv la bon- 
cad de remitirme anu! iciándoimo su visi- 
la supuse que tera que e Ea E una. 
mala causa. 3 
—¿Por una mala. causa? 
—Ruego a usted que me escuche con 
calma, imitando mi conducta. Triste y 
doloroso es para mí, como lo es para 
la condesa, la tenaz. y parcial defensa 
que de algún tiempo a esta parte hace 
usted de esa muchacha, con la que, se- 
gún creo, no le une Haga, lazo de ec 
rentezco. 0)... 
—He dicho, O que yo siempre 
stoy dispuesto a defender la dies y 
honradez. 
“el que realizó: ayer 
garita; pero permítame al menos de- 
, Tender a mi hija. 
—Es que la conducta de Emilia no pue- 
de defenderla el conde de San Marino. 
Alejandro se estremeció; una mirada 
altiva brilló en sus ojos y repuso: 
—En verdad, señor marqués, que se 
necesita-toda mi paciencia y todo el res- 
peto que usted me inspira para escuchar 
resignado las: palabras que acaban de 
asomar a sus labios. : / 
—Estas palabras son dictadas por mi 
conciencia y por la justicia. ¿Sabe usted 
la verdad de-lo ocurrido ayer en mi 
casa? ¿Sabe usted por qué Margarita y 
Magadalena abandonaron mi quinta, de- 
jándome en el mayor desconsuelo? Pues 
bien: voy:a decírselo, y después el pa- 
dre reprenderá a la hija o la detenderá, 
faltando a la justicia. 
Er conde volvió a estremecerse ds nue- 
vo; se comprendía la gran violencia que 
se veía precisado a hacerse para 'escu- 
char con calma las dios Pus del 
marqués. oi 
—En primer hal — CIA a. decir 4 
.don Pablo con resolución' —, Margarita, 
al abandonar la quinta, no bizo otra cosa 
que obedecer una orden dada por Emi: 
lia, pues por un acto de extremada deli-- 
cadeza prefirió vivir del preducto de su 
trabajo a causar la menor molestia. lil GE 
que ella Jlamaba su señorita, tolerando 
con santa resignación las frases altivas 
que más de una vez. le había dirigidó: 
para obligarla a que se marchase. de. 
casa, sin que nunca estos ultrajes la 
arrancaran una sola queja. La- infeliz, 
“accediendo a mis ruegos, fué ayer a pa- 
sar conmigo! el día en la quinta de Ca- 
rabanchel; la fatalidad hizo que también 
fuese Emilia, y al encontrarla en el: jar- 
«dín, y al ver, por decirlo así, que Había: 4) 
desobedecido sus órdenes, tuvo el atre- 
vimiento de arrojarla de mi casa de un 
modo ignominioso, cruzándole ee rostro. E 
con el látigo que llevaba en-la mano. 
—Pero. eso no es cierto, señor marqués. 
-—He ahí el error, cabaliero. Usted ha 
dado crédito a la declaración de un la- 
- cayo que ha desfigurado los hechc”, pora, a 
que en la noble alma de usted no puede 
“caber la idea de que una niña de dieci- 
siete años cometa un acto tan cruel como 
imilia.. -Magdalen 
deb ciuda € 
 
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.