Full text: Tomo segundo (002)

EL ANGEL DE LA GUARDA 
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EL Micaela la mejor da las E 
Créame usted, general, debé usted car. 
—sarse. El matrimonio es la felicidad; Ye 
se lo aseguro, 
—Voy siendo ya viejo. 
-—No importa; precisamente para la. 
vejez necesita el hombre una mujercita 
ouc le cuide. Además, usted no ha cum- 
-— plido aun los cincuenta años. 
—Allá veremos, allá veremos, amigo 
tufo—contestó riéndose el general—, áUun- 
que creo que después de los cuarenta es 
bastante dificil la entrada en el gremio. 
Así continuó la conversación durante 
el camino basta la llegada a la quinta 
del marqués de Malí, en cuya capilla de- 
A 
bía celebrarse el matrimonio de. Miguel 
y Margarita aquella mañana a las siete. 
Micaela, como sospechaba Redondo, les 
estaba esperando a la puerta, y después ' 
de dar un abrazo y un beso a su hijo y 
estrechar la mano del general, dijo: 
.—Vamos, vemos, que ya está todo el 
múndo esperando; el señor marqués, que 
el pobre ha madrugado hoy más que de 
costumbre, porque quiere: presenciar la 
ceremonia, el cura, los testigos y la no- 
via, ¡Oh! Sobre todo la novia, que con 
3u traje blanco y su corona de rosas está 
que da envidia verla. 
“El general dió el brazo a Micaela, > 
todos $e dirigieron. hacia el palacio de 
Malú. 
 
	        
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