Le saldré delante.
Yo iré, cuando tú té halles en el jar-
dín, á dar cuenta a mi ámo de lo con-
venido, ; A,
—Hasta cuando quieras, Bonifacio. -
—Anda con Dios, Anastasio.
El jardinero salió dél yentorrillo, :
Bonifacio, sonriéndose maliciosamente,
murmuró en voz baja:
—El oro es la aye maestra que abre.
todas las puerta