Full text: Tomo segundo (002)

e 
  
al 
Lido con la condesa; es decir, todo cuan- 
lo a él podía interesarle. 
Al concluir, le pagó el «servicio que 
acababa de prestarle con otro abrazo y 
Otro beso y exclamó: 
—¡Ah! No puede usted pensarse, madre 
Mía, el gran peso que me quita del cora- 
zón; porque si la condesa hubiera reci- 
bido a usted con desvío, con desagrado, 
- YO no habría tenido valor para presen- 
tarme más en su casa, 
-—Pues bien: puedes ir sin ningún re- 
Célo, con la seguridad de que serás bien 
tecibido, pero debes producirte con mu- 
cha prudencia, porqué aun nada hemos 
- Convenido definitivamente. La condesa 
Me ha llamado su amiga y me ha dicho 
- Que puedo ir a verla siempre que guste, 
Y esto es algo, hijo mío, 
—¡On! Diga usted que es mucho, 
Esta noche procura estudiar con de- 
tención la conducta que contigo observa 
la condesa. Ahora, permíteme que te ha- 
$% una pregunta. o 
El ANGEL "” LA GUARDA 
——Todas las que usted quiera. 
-—¿Has visto a tu amigo Andrés de Ol- 
medo? 
—Esta tarde. 
—¿Y sigue aun con la infame idea de 
perder a Margarita? 
«Con más empeño que nunca. * 
-—Pues bien, hijo mío: no olvides que 
tu madre tiene también más empeño aho- 
ra que nunca en salvar a esa pobre mu- 
chacha. 
—No lo olvidaré. : 
—£Si necesitas dinero para contrarres- 
tar las prodiga!lidades de ese libertino 
despreciable, dispón hasta de toda mi 
fortuna. 
—No hay necesidad de ello, Andrés me 
confía todos $us planes y yo no le pierdo 
runca de vista. 
—En ti conto. 
——Pero, madre mía, me asombra el in- 
terés que usted tiene por Margarita. 
, —Es un secreto que no puedo revelar- 
te: tal vez algún día lo sabrás; así, pues, 
espero que tú seas su ángel salvador. 
El ángel de la guarda-—T. M.—83 
 
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.