Full text: Tomo segundo (002)

EL ANGEL -- 
LA GUARDA 3655 
  
  
- Andrés sacó unas monedas de oro del 
Cajón y las pusó en las manos de Boni- 
lacio, diciéndole: 
—Toma estos 
buena cuenta, 
—Es usted el señorito más rumboso que 
CONOZCO, : 
—Y tú el lacayo más listo de cuantos 
visten librea. 
—Hasta muñana, señorito. 
-. —Que cumplas con tu deber, 
-—Pierda usted cuidado. 
Bonifacio salió del gabinete, 
Cuando llegó a la antesala, los dos 
criados que allí se hallaban le miraron 
Con cierta curiosidad. 
—¿Sales entero?—Je preguntó uno de 
ellos. 
-—Sin la menor lesión, ya lo veis, 
- —De manera que la tempestad ha pa- 
sado, ¿no es eso? ' 
cuatrocientos reales a 
—Completamente, Vuestro señorito es- 
tá tranquilo y suave como un guante, 
y hasta me atrevería a decir que se en- 
cuentra dispuesto a la tolerancia, 
—Vaya, pues, más vale asi, 
—Bonifacio, voy a pedirte un favor— 
dijo el otro criado. 
—Si puedo hacerlo... 
—Que me digas qué procedimiento em- 
pleas para tranquilizar a! señorito cuan- 
do se halla irritado, 
—Eso no es fácil, 
—¿Por qué? 24% 
—¡Toma! Porque tú no has estudiado 
moral ni latín en un seminario, como yo, 
—¡Ah! 
Esta exclamación fué pronunciada a un 
tiempo por los dos criados, mientras que 
Bonifacio, soltando una carcajada, se di- 
rigió precipitadamente hacia la escalera. 
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. 192 
a El ángel de la guarda. — 
 
	        
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