134 W. LE QUEUX
en su cuarto hubiese sido cotejada
con la que la policía italiana había
mandado á Inglaterra.
Al día siguiente abrióse el sumario,
en el local del mesón, 4 las Armas de
los Wentworth. Walter y yo asistimos
á él. En la sala hacía un calor sofocan-
te, pues rebosaba de curiosos. Desfila-
ron ante la mesa pocos testigos: Mister
Wentwortht,la doncella y Dora, que era
la última que vió viva á May, por haber
estado conversando con ella hasta me:
dia noche. El jefe de policía y el doctor
declararon aparte.
No se pronunció el nombre do: Pao-
lina, aunque su prolongada ausencia
aumentaba por momentos las sospe
chas. Al volver á Calcot no encontra-
_mosaún nuevas de Bob; pero su ausen-
cia no tenía nada de extraordinario
dado su raro carácter. Desde Londres,
á menudo iba á ver á su madre en
Shewsbury, por lo cual la telegrafía -
_ mos, pero ella nos contestó que no le
- habia visto. |
Después que Walter se hubo acosta-
do, permanecí hora y media escribiendo
cartas hasta que el mayordomo vino
á preguntarme sí deseaba algo. 3
— Hay una carta para Mr. Alderson.
Hace algunos días que está aquí. ¿Le
parece á usted que debo mandarla al
acid