186 W. LE QUEUX
mientos. ¿May ¡era el último vínculo
que unía su pasado á su presente. Lo que
me contó de su ida á Radstone demos-
traba suficientemente el apasionado
amorque sentía por ella. Al parecer, con
May había muerto su última esperanza
de justificarse de la falta que yo ig-
noraba.
Le supliqué mil veces que me refiriese
la verdad, pero todas «mis súplicas se
estrellaron contra su silencio.
Por fin exclamé, procurando aguijo-
nearle con mis palabras: :
—¡Fred, seria indigno que dejases en
la impunidad á sus asesinos! Tú no debes
de darte á conocer para nada; pero
préstame los argumentos necesarios
para encaminar á la justicia. Ahora ya
puedo decirte que conocía á la po-
bre May.
—¡La «conocías! —exclamó sorprendi.-
do.—¿Dónde la viste? E
—En su propia casa. Los Wentworth
son amigos de Walter Guilford de Cal-
cot y amigos mios.
—¿Guilford? —repitió. —¿El heredero
de lord Towcester? :
—El mismo.
—¡Ah!... Y por eso la conociste... En-
tonces comprenderás mi desesperación
No te sorprenderá que la amase.
—Y ella te amaba á tí como tú á ella.
—¿Te consta?