¿OULPABLE? 211
—Su salvación... depende de la poli-
cía, únicamente de la policía.
Tales palabras hicieron nacer en mi
una vaga sospecha. ¿Pretendía mi ami-
go hacerme abandonar mis investiga-
ciones? ¿Las temía? ¿Sabía t6almenie
donde ella se ocultaba? ;
Después que le hube dejado avancé
por Charing Cross con el alma llena de
dudas. ¿Por qué dudé de ella cuando
en Brigthon me aseguró que era inocen-
te del crimen de Florencia? El gran
Zoli, el famoso detective, la condenó;
pero aquel Argos, á pesar de sus excep-
cionales condiciones ¿no podía haberse
equivocado? No; Paolina no era culpa-
ble. ¡Y yo la calumnié! Tarde me arre: :
pentía de mi ligereza. :
Los días transcurrieron sombríos y
melancólicos. Llegó diciembre y arre-
ciaba el frío. No ahorré la menor dili-.
- gencia para descubrir el paradero de
Paolina, pero fué en vano.
-— En cierta ocasión Dora me hizo la Abe:
cripción de los dos músicos callejeros,
- pero me dió tan vagos datalles que de
nada me aprovecharon. Fred continua-
- ba sumido en su misterioso silencio. De
nada sirvieron todos los argumentos
- que aduje para convencerle de que de-
-—— bía hablar.
-—El día que la nta me suici-
daré — me dijo agobiado por mi insis-