CAPITULO XXIII
SSNÚTIL es decir que media
hora más tarde, Zoli me
abordaba en la yía Cavour,
s ¿5 furioso y dirigiéndome los
da 2MATEOS reproches. Abandoné á Sie-
na rápidamente. Tampoco creo necesa-
- rio recordar los días que pasé, colmado
de ansiedad, en el Hotel Buena-mujer,
de Turín, recorriendo ávidamente los
diarios para saber si taclina había sido
detenida.
- Como el tiempo transcurría y no apa-
recía la noticia tan buscada como temi-
da, empecé á cobrar esperanzas de que
había logrado escapar de las iras de
Pietro Zoli, con haber puesto éste en mo-
vimiento la maravillosa, organización
- del servicio de seguridad, gracias al
cual nadie puede descender en cual-
A RN RARA