W. LE QUEUX
sería muy conveniente que partiese us-.
ted para Inglaterra y que se entrevis-
tase con Mister Ingram para hablarle
en mi nombre. Usted noignora las raZo-
nes que me impiden hacerlo personal-
mente. Véale usted y dígale que le ex-
plique la verdad de todo lo ocurrido en
“Florencia, ó que venga á Italia para
hablar conmigo.
—Paolina—dije, deteniéndome y mi-
rándola;—varias veces le dirigí esta sú-
plica; apelé á todos los argumentos
para decidirle, pero fué inútil. Por otra
parte, no quiere conferenciar con usted
porque, por una razón que solo él cono-
ce, teme que algo que usted podría.
revelar, causaría su deshonor. e
—Lo sé, lo sé—dijo vivamente, col-
gándose de mi brazo.— Teme segura-
mente que, por ser yo italiana, quiera
vengarme, Pero tranquilícelo usted; dí-
- gale usted que no debe temer nada...
Como él no me autorice, no divulgaré
gu secreto. : :
Vacilé, comprendiendo la inutilidad
de semejante misión. :
-—¡Por el amor que me tiene, Jorge, :
présteme este servicio! —imploró deses-
perada.—Piense que hasta ahora me ha
juzgado usted equivocadamente.
- —¡Ah, perdone usted! Sí; la he juzga-
do á usted equivocadamente. La creí
culpable de un crimen, de la muerte de