¿CULPABLE ? 39
tan sólidamente fundada su reputación
de cazador de malhechores y asesinos,
que solo su nombre bastaba: para ate-
rrorizar á los más verspicaces y hábiles
foragidos. Hablaba tan correctamente
el francés y el alemán como el inglés, y
- conocía á todas las sociedades secretas:
hubiérase dicho que llevaba un talis-
-mán que le protegía contra los millares
de criminales que juraron matarle.
“Era conocido y admirado por todos
sus cofrades del mundo entero, y el nú-
méro de sus éxitos alcanzaba una cifra
extraordinaria. No obstante hablaba
poco y se mostraba modesto cuando se
trataba de sus triunfos. Sosteníamos re-
laciones desde mucho tiempo, y alguna
vez, á instancias mías, me explicó al-
guna que otra aventura singular; un
ingenioso descubrimiento, una hábil
- captura. Verdaderamente, algunas de
sus hazañas superaban en interés á las
de los detectives de novela.
Mientras estábamos sentados en el
“viejo comedor, Cuy 08 muros pintados al
fresco representaban sendos paisajes de
Lombardía, y ya despachada la mitad
de la sabrosa minestra, le pregunté cuá-
les habían sido los últimos «casos» de
- que había sido testigo ó cuyos móviles
había indagado.
-——¡Oh! no merecen la pena de que los
mencione, —dijo con breve sonrisa.—