Full text: Las visitas de Isabel

  
  
  
  
  
ELINOR GLYN 
a sr 
  
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esposa de su hijo mayor. Ya recordarás, mamá, el ruido que metió 
esta boda y la serie de trastornos de' nervios que le costó a lady 
Westaway, con la agravante de amenazar con repetirse a cada mo- 
mento. Su discutida nuera es un prodigio de belleza; estaba recos- 
tada en una mecedora, dejando ver una porción de encajes y buena 
parte de las enaguas; estas últimas son bastante finas; en cambio, los 
encajes eran muy ordinarios. Lucía un aderezo de enormes turque- 
sas, y en su peinado, compuesto de un promontorio de rizos, pare- 
cía haber puesto todo su empeño en aparecer despeinada. Sonríe a 
derecha e izquierda, lleva en su atavío todos los colores del arco 
iris, y llama a todo el mundo por su nombre de pila, Otra particula- 
ridad suya es que muestra gran desenvoltura en el trato con los 
hombres. Unas veces les arregla el lazo de la corbata, otras les pone 
flores en el ojal de la solapa, a se apoya en su brazo y les cuchichea 
al oído; todos fingen estar enamorados de ella y parece que triun- 
fa en toda la línea, aunque para sus adentros los obsequiados deben 
formarse de ella el menguado concepto que yo me formo. Ahora 
comprendo, mamá, por qué me has encargado tanto no hacer nada 
de esto, para ser bien vista en sociedad. Casarse con una mujer así 
es una ignominia. La voz de esta nueva parienta es horriblemente 
chillona, y su pronunciación muy extraña, pero nadie parece echar- 
lo de ver. Con todo, a mí no me disgusta; tiene una jovialidad co- 
municativa, pero varias de las señoras que están con nosotros, no 
la hablan sino para decirle cosas desagradables. Juana Roose se halla 
aquí, desde que se marchó de Nazeby (Violeta está en los baños de 
mar). Subió a mi cuarto conmigo, y hasta ahora no he podido desem- 
barazarme de ella. Me ha contado que esta mistress Westaway es 
una cualquier cosa, y que nadie se avendría a tratarla, si no fuera 
por consideración a su suegra; y que no comprendía qué atractivo 
podían descubrir y admirar los hombres en semejante persona. Yo 
lo comprendo muy bien; admiran su belleza y, como sólo piensan 
en divertirse, no reparan en la ordinariez de los encajes, en la pro- 
fusión de colores, ni en Otras cosas por el estilo. Me llaman para que 
baje a comer. Buenas noches, querida mamá; recibe el cariño de 
tu hija, 
ISABEL. 
PaLacio HAZELDENE 
Martes, 11 de agosto 
Queridísima mamita: Poco después que recibas esta carta estaré 
en casa y a tu lado; pero no puedo resistir a la tentación de contarte 
dc 
  
  
 
	        
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