ELINOR GLYN
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esposa de su hijo mayor. Ya recordarás, mamá, el ruido que metió
esta boda y la serie de trastornos de' nervios que le costó a lady
Westaway, con la agravante de amenazar con repetirse a cada mo-
mento. Su discutida nuera es un prodigio de belleza; estaba recos-
tada en una mecedora, dejando ver una porción de encajes y buena
parte de las enaguas; estas últimas son bastante finas; en cambio, los
encajes eran muy ordinarios. Lucía un aderezo de enormes turque-
sas, y en su peinado, compuesto de un promontorio de rizos, pare-
cía haber puesto todo su empeño en aparecer despeinada. Sonríe a
derecha e izquierda, lleva en su atavío todos los colores del arco
iris, y llama a todo el mundo por su nombre de pila, Otra particula-
ridad suya es que muestra gran desenvoltura en el trato con los
hombres. Unas veces les arregla el lazo de la corbata, otras les pone
flores en el ojal de la solapa, a se apoya en su brazo y les cuchichea
al oído; todos fingen estar enamorados de ella y parece que triun-
fa en toda la línea, aunque para sus adentros los obsequiados deben
formarse de ella el menguado concepto que yo me formo. Ahora
comprendo, mamá, por qué me has encargado tanto no hacer nada
de esto, para ser bien vista en sociedad. Casarse con una mujer así
es una ignominia. La voz de esta nueva parienta es horriblemente
chillona, y su pronunciación muy extraña, pero nadie parece echar-
lo de ver. Con todo, a mí no me disgusta; tiene una jovialidad co-
municativa, pero varias de las señoras que están con nosotros, no
la hablan sino para decirle cosas desagradables. Juana Roose se halla
aquí, desde que se marchó de Nazeby (Violeta está en los baños de
mar). Subió a mi cuarto conmigo, y hasta ahora no he podido desem-
barazarme de ella. Me ha contado que esta mistress Westaway es
una cualquier cosa, y que nadie se avendría a tratarla, si no fuera
por consideración a su suegra; y que no comprendía qué atractivo
podían descubrir y admirar los hombres en semejante persona. Yo
lo comprendo muy bien; admiran su belleza y, como sólo piensan
en divertirse, no reparan en la ordinariez de los encajes, en la pro-
fusión de colores, ni en Otras cosas por el estilo. Me llaman para que
baje a comer. Buenas noches, querida mamá; recibe el cariño de
tu hija,
ISABEL.
PaLacio HAZELDENE
Martes, 11 de agosto
Queridísima mamita: Poco después que recibas esta carta estaré
en casa y a tu lado; pero no puedo resistir a la tentación de contarte
dc