MAURICE. LEBLANC
bisnieto de la Valnery y el nieto de Dominico Martín,
“te sorprendas por ello.
2 Eso no es verdad ! ¡ Mientes ! ¡No es posible!
— insistía Fagerault esforzándose en descubrir en los e
objetos algunas diferencias que no existían.
del Juan, sin compasión, añadía : |
-—¡Es aquí! ¡Es aquí donde has vivido con los |
Martín | Casi todo el hotel está vacío. Pero esta habi-
tación tiene todos sus muebles. La escalera y el patio
han conservado su aspecto secular. Este es el poe de
la Valnery. i :
Ar Mientes ! ¡Mientes io daddos Antonio ator-
mentado,
—Es aquí. El hotel está sitiado. chas ha venido E
con nosotros desde allá abajo. Sus agentes están en el
“patio y en el sótano. ¡Es aquí, Antonio Fagerault lá
, Es aquí adonde Dominico y Laurencia Martín, obse-
sionados ambos por la antigua mansión fatídica, vuel- |
ven de tiempo en tiempo. ¿Quieres verlos? ¿ERA
¿Quieres asistir a su detención? |
_—¿Verlos?
—¡ Diantre ! Si los ves aparecer, te convencerás se-
Si A
guramente que están en su casa y que nosotros esta-
mos en la calle Vieille-du-Marais, y no en la calle de
de Urfé. ES
¿Y se les vaa detener? ? :
—AÁ menos—dijo burlonamente D' EAlene=sque: Be- ,
choux se niegue a ello.. |