IA MAURICE LEBLANC |
jas. $ no se encuentra dl segundo testamento, es e
a primero el que vale. ) ]
La baronesa dijo sordamente :
- —Mañana deben levantar los sellos y abrir sl se-
-erelaire. Allí encontrarán el testamento. :
ss —Allí lo encontrarán o no—dijo idas el de- |
tective—. En 1 mi humilde opinión, creo que no lo en-
-—contrarán.
Al Es oido | | e
da —Muy posible... Casi seguro. los secordar, en
pe efecto, que la noche de nuestra conversación, cuantlo 4
E fal a inspeccionar la tubería del lavabo, aproveché
de oportunidad para hacer una visita a las habitacio- E
a An nes de su esposo. ¡ Estaba tan dormido ! E
de EY se apoderó. usted del testamento ?—preguntó = :
2 da: baronesa temblorosa. o TN
a Eso parece. ¿Es este pedazo de papel, verdad?
ee desplegó una hoja de papel sellado en la que re- ES
sia ella la escritura del barón de Assermann, e
en el que leyó : co IS ) j ; :
a «El abajo oda: el José Assermann, gut :
5 107 en razón de ciertos actos cometidos se. mi espo- E
ea, la desheredo totalmente y. a
No pudo continuar. Su voz se o Desfallecien- ds
E e se dejó. caer en un sillón, murmurando : :
| pS Ese. papel lo ha robado. usted !.. XD: no quie- :
sE xo ser cómplice de usted! ¡La voluntad de mi ma- :
2 rido debe. cumplirse | EE 2 >