Full text: Desaparecido

270 MRS. HUMPHRY WARD 
Al fin, llegaba el barco a los muelles del puerto francés, y 
por entre la lluvia que caía a mares, vió las luces de una 
ciudad en declive y el resplandor de las calles de los astille- 
ros y depósitos. Multitud de hombres en uniforme khaki; un 
parque de artillería cqn enormes cañones cuyas húmedas bo- 
cas brillaban a la luz de lámparas eléctricas; centenares de 
caballos sujetos del cabestro; una larga hilera de camiones 
automóviles... todo se le aparecía en vaga confusión, cuando 
Cecilia, expeditiva e imperiosa, como de costumbre, abrió paso 
para ella y para su compañera, en la cubierta del barco, a tra- 
vés de las apretadas filas de soldados de un destacamento que 
esperaba la orden de desembarcar. Mas al llegar a tierra, avi- 
váronse, de pronto, sus facultades perceptivas al ver acer- 
carse a un hombre, de uniforme khaki, en el cual reconoció al 
doctor Howson. i : 
-—¡Señora Sárratt! ¿Está usted muy fatigada? ¿Prefiere 
usted tomar algo aquí, en la ciudad, o seguir adelante en se- 
guida? 4 
—¡Adelante, sin pérdida de tiempo, hágame el favor! ¿Có- 
mo está mi esposo? o 
Miráronla tristemente los ojos grises del doctor y con- 
testó éste: 
—Muy enfermo, mucho... pero conservando el cono- 
cimiento ahora. Espero que se mostrará usted valiente ¿ver- | 
- dad? 
Llevóla a lo largo del muelle, mientras a Cecilia la to- 
maba por su cuenta una enfermera, de uniforme también, y 
comenzaba a hablar rápidamente con ella en voz baja. 
—Tengo aquí dos automóviles esperando—dijo Howson a 
Nelly.—Nosotros dos iremos en el primero, y en el segundo 
irá después la hermana, la señorita Parrish, encargada del 
enfermo desde/hace tanto tiempo, y ella acompañará a la se- 
ñorita Fárrell. e. 
Al llegar a los dos automóviles, una mujer de edad madura 
y agradable aspecto, en uniforme gris y rojo, cogióle la mano 
a Nelly, diciendo: : y 
- —Cuando lo dejamos se encontraba bastante mejor, señora : 
Sárratt. Desde ayer se nota una diferencia sorprendente en 
su inteligencia. Empieza ya a recordarlo todo. Sabe que usted 
llega. Nos ha dicho: —«Adelántenle la expresión de mi amor 
y díganle que no quiero cenar hasta que ella venga. Así 
podrá ser ella misma quien me dé la cena.»—¡Figúrese usted! 
 
	        
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