DESAPARECIDO. o a O.
_Pero él se sobrepuso, de pronto, como tratando de co-
gerse aún a un poco de amor, a un Las de alegría... antes
de hundirse en las sombras.
-—Dame esa gelatina... y un sorbo de champaña. ¡Alimén-
ame, Nelly! Pero y tú... ¿has comido algo? '
La fuerza con que pronunció el tú, el tono de la voz, eran
tan parecidos a lo habitual en mejores tiempos que Nelly re-
cobró el perdido aliento. Deslizóse en su espíritu un rayo de
ca esperanza. Comenzó a darle el alimento que pedía, y
entras lo estaba verificando, entró silenciosamente la AB
mana y, como si hubiera oído la pregunta de Sárratt, puso
junto a la esposa una bandeja en la que había algo de comida
Para ella. En seguida volvió a marcharse.
- Con dificultad tragó Sárratt algo de gelatina y de cham-
paña. Entonces, con la mano izquierda, porque no podía mo-
ver la derecha, hízole una seña a Nelly invitándola a imitarle,
y, obedeciendo aquélla, tomó también algún alimento, con-
templándolo él con complaciente mirada que parecía una son-
Sur Fin A
—¡He pensado en esto tantas erat Sanidad, O, sable: A
yo que vendrías. Me parece como si estuviera en un obscuro
pasadizo, que va iluminándose a medida que alguien se pasea
por él. Sólo que una vez... tuve un sueño muy curioso. Me
maginé que veía a Brígida.
-Temblando, retiró Nelly la bandeja del enfermo y la. suya.
pr pia, may de lo cual volvióse a arrodillar junto a su
marido. Besóle la frente y trató de desviar sus ideas, pregun-
tándole si sentía frío y si quería que encendiera un buen fue-
go. Tenía ella heladas las manos.
—¡Oh, no...! e hay necesidad... estoy bien así. Pero ¡qué :
cosa más rara...! ¿verdad? De pronto, me pareció estarla
irando... muy cerca... junto a mí... y me imaginé que ella
miraba también. ¡Y qué coraje me daba después el ver que
podía recordarla a ella de un modo mucho más preciso que a
Ven, acércate más... pon esa cabecita adorada junto a la
¡Ah! ¡Si ci a ide contra mi AS como O |
st Y
AN ete Slahad en sus ojos y más de vida.
re ers nebita mía...! ¿te has pa muy Pa BA