DESAPARECIDO dd 39
_bujo. No sé que haya en ello ningún mal, ni que nada me im-
pida hacerlo. : 0 :
Echó afuera un hombro como en ademán de desafío, y, sin
embargo, parecía haber algo de suplicante y hasta de infantil,
en el fondo, en aquella actitud de reto. Bien podía advertirse
la interna lucha que en él sostenían su conciencia de buen pa-
triota y sus aficiones artísticas. Sárratt sintióse de pronto
atraído hacia aquel hombre. AOS
- —No, verdaderamente—dijo hablando con el corazón en
la mano.—No veo motivo para que no pueda usted hacer lo
que hace. OS ps Ea :
e. Pero, es que cuando uno piensa en lo que usted, por
ejemplo, realiza, se siente despreciable al ver que se dedica
“alo que mayor placer le proporciona. LE
- —Bien, pero en este caso, hay que tener en cuenta que
“usted haría lo mismo que yo, si pudiera. No se preocupe us-
ted: nada hay que censurarle—añadió Sárratt sonriendo.
- Resultaba curioso el ver cómo, en pocos minutos, habíase
convertido aquel joven oficial en otro hombre que parecía el
más viejo y de mayor autoridad de los dos interlocutores. Y,
sin embargo, era evidente que Fárrell le llevaba al otro lo
menos diez o quince años. Instintivamente se acercó Nelly a
Jorge. Gozaba al ver cuán fácilmente lograba él imponerse a
gentes de clase superior, ante las cuales se sentía ella intimi-
dada. Porque, según dedujo de su conversación con la señora
Weston, los Fárrell eran realmente personas de muy alto
rango, riquísimas, de gran influencia en la comarca, etc.
- Fuése el visitante, acompañándole Sárratt en la escalera
hasta la puerta, y cuando éste volvió iba riéndose. OO
Bueno, monina: le he prometido que un día de esta se-
mana iremos a su casita de campo. Tú quedas encargada de
avisarle cuando quieras. ¡Qué hombre más singular! Me re-
cuerda algo la historia de aquel buen muchacho, estudiante de
Cámbridge, que empleaba todos los ratos de ocio que le queda-
an, cuando dejaba de cumplir sus deberes escolares, en el
adorno de su persona. Pero ni eso es del todo aplicable a él,
porque no supongo que se pase muchas horas embelleciéndose. prod
No lo necesita. Es ya un hombre sumamente apuesto por natu-
raleza. ¡Pero de lo que sí estoy seguro es de que les roba a sus
deberes todo el tiempo que puede! Figúrate que me dijo a mí,
mí que no soy para él más que uno de tantos forasteros, que
ocupación más fastidiosa del mundo es la de ser propieta- is