Full text: El buque maldito

           
  
ES E - EEE Er O A e A 
bastante lejos. Iba por una larga canal que se había abier- 
to entre los hielos. 
—¡ Hay que alcanzarla a toda costa!—dijo el padre 
Crespel—. Si la perdemos nos será imposible salvarnos. 
—Pero ¿quién es capaz de recobrarla?—dijo el contra- 
maestre—. ¿Cómo es posible atravesar por tantos peque- 
ños témpanos de hielo que flotan a merced de las olas? 
—Pues hay que intentarlo. Yo iré. 
—No, padre—le dijo un marinero—. No tenéis la agili- 
dad necesaria para ello. Yo seré quien vaya. 
—Y yo te acompaño—exclamó otro—. Si perecemos en 
la empresa, padre, rogad a Dios por nosotros. 
—Andad, hijos míos—dijo conmovido el religioso ben- 
diciéndolos—. ¡Que Dios os proteja! 
Los dos marineros echaron a correr hacia la costa. Lle- 
gados a la margen del campo halláronse con un ancho ca- 
nal que les impedía el paso; pero al ver un témpano fio- 
tante saltaron a él sin vacilar, arriesgándose en aquella 
balsa de hielo que podía licuarse o hundirse a cada ins- 
tante. 
Por fortuna el viento empujó al témpano hacia otro in- 
menso témpano o campo de hielo, al que saltaron, y así 
fueron alejándose de témpano en témpano, corriendo vein- 
te veces el riesgo de ahogarse. 
La chalupa seguía alejáridose arrastrada por la corrien- 
te. Sus perseguidores, obligados de continuo a dar gran- 
des rodeos, no podían alcanzarla y estaban ya rendidos. 
Descansaron algunos instantes y reemprendieron la per- 
secución ; pero tropezaron con una porción de obstáculos, 
y aunque lograron vencerlos, tuvieron que confesarse que, 
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