Full text: El lord de la máscara verde

  
  
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Los ingleses, metódica y lentamente, 
avanzaban a través de Irlanda, tomando 
atroces represalias, erigiendo tribunales, 
haciendo indagaciones, deteniendo y fu- 
silando sin cesar a los desgraciados sos- 
pechosos. : 
El rumor de sus crueldades se había 
esparcido. 
El terror reinaba en todas partes. 
Poole se había aprovechado, también, 
del miedo de los pueblos vecinos, para 
imponer impuestos, en especies y en di- 
nero, a los desgraciados a quienes su 
cualidad de ingleses aterraba. 
Es verdad que Poole, sin el menor es- 
crúpulo, se había dado el título de en- 
viado 'extraordinario del Gobierno inglés, 
encargado de conocer el estado de ánimo 
de los habitantes del país. 
No hay que decir que Poole se había 
olvidado de poner al corriente a Rump 
de sus manipulaciones, y que se quedaba 
para sí el dinero que arrancaba a viva 
fuerza a los irlandeses, como también el 
que le mandaba Eblis, por mediación de 
Rump, para la compra de provisiones. 
Se consolaba así de no ver a Susana. 
Eblis, a medida que restablecía su sa- 
lud y recuperaba sus fuerzas, daba pe- 
queños paseos, con Susana primero, en 
el castillo, y luego, en el patio. 
Un día, al alba, se aventuró a 
trar en el bosque con ella. 
l paseo se prolongó. 
- A su vuelta, se inquietaron un poco no 
viendo a Rump. 
- Susana dejó descansando a Eblis, en 
su cuarto, del largo pasea, y mientras. tan- 
to, fué a buscar a Rump. 
- No temió encontrar a Poole. | 
Llevaba en su corsé un puñal bien 
afilado, que le serviría para castigar al 
miserable que se atreviera a. ponerl 
mano encima. 
pene- 
Naturalmente, se había guardado bien 
CUT TDAS OA 
de decir una palabra a Eblis de la vio- 
lencia de que había sido victima. ] 
Temía que, por su amor, Eblis bus- 
case querella a Poole, y que, estando 
aún demasiado débil, sucumbiera a manos 
de aquel miserable. 
Pero lo que se aplaza, no se pierde. 
Susana había jurado vengarse de su 
agresor en cualquier momento favorable, 
sin despertar sospechas en Eblis, el cual, 
pensaba, dejaría de quererla si “supiera 
que la que iba a llevar su nombre, ha- 
bía pertenecido a otro, aunque fuese 
en circunstancias tan especiales. 
En verdad, Susana no podía compren- 
der por qué Rump la había entregado 
a su compañero, puesto que se decía 
amigo de Eblis, a quien había curado con 
tanto celo; pero le había perdonado su 
complicidad en el atentado de que fué 
víctima. 
¿No había salvado a Eblis? 
Pero, si bien aguardaba la hora favo- 
rable para vengarse, no quería estar ex- 
puesta a sufrir de nuevo sus innobles 
caricias, y estaba prevenida para hacer 
uso del puñal, si el infame se permitía 
la más pequeña libertad con ella. | 
Dejando, pues, descansar a Eblis, con 
una mano en el pecho, apretando el man- 
go del arma, Susana erraba a través del 
castillo llamando a .Rump. ? 
Acababa de bajar la escalera que con- 
ducía al segundo piso, y penetraba en un 
ancho corredor, bastante oscuro, cuando 
vió abrirse una puerta bruscamente. 
Una viva claridad se esparció por el 
- corredor. 
Poole apareció. : 
Susana retrocedió. : 
Con ademán violento sacó su puñal, y 
con la vista fija en Poole y los labios 
temblando, murmuró: ci 
—i¡Si os atrevéis a tocarme, os mato 
como a un perro, miserable! 0 
 
	        
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