EL CAPITÁN DE LA ESTRELLA POLAR 161
me detuvo bruscamente y agucé el oido. Estaba tan
habituado á los rumores de la Naturaleza, á los gus-
- Piros del viento y á los bramidos de-las olas, que el
- Iás mínimo sonido extraño llamaba mi atención aun
-ú gran distancia. Escuché. Me pareció oir un grito
penetrante; un llamamiento de desesperación, de
- auxilio que repitió el eco en las colinas y que pare-
cla proceder de mi casa. Me apresuré á volver ca-
-—Minando lo más rápido que me fué posible por la
Arena fina que hacía penosa mi marcha; el temor
de una desgracia me asaltó, tuve un sombrio presen-
timiento. :
Cerca de mi casa, á un cuarto de milla, hay una
- Colina arenosa desde donde se domina una gran ex-
tensión de terreno. Allí me detuve un instante y
miré á uno y otro lado : vi mi casa y mi barca. no
percibiendo nada sospechoso. Pero mientras estaba -
observando de nuevo resonó en mis oídos el mismo
grito amgustioso, más penetrante, más desesperado
- aún; un momento después salía un hombre de mi
Casa : era el ruso de Arkangel. Llevaba en brazos á
la muchacha á la que parecía prodigar los más bier-
hos cuidados, no obstante su precipitación en rap-
barla. Escuchaba sus gritos desgarradores y veía su
desesperada resistencia para desprenderse de él y
huir. Detrás de ellos iba Madge, como un perro
guardián fiel, pero sin dientes, que no puede morder
y se contenta con ladrar contra los extraños ; pro-
- fería contra el hombre de Arkangel un diluvio do vio-
lentos insultos y maldiciones en escocés. Comprendí
al primer golpe de vista que él se dirigía hacia la
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