AVENTURAS DE'SHERLOCK HOLMES'
c+ Sé opondrán a que nos vayamos — repicó la joven.
- Esperemos que venga Jefferson para decidir; entretanto, no te
aflijas ni llores, pórque pierden alegría y vida tus ojos, en los que me miro.
Angel amado, no temas, que no hay nada que temer. No es tan grande el
peligro como parece. :
A' pesar de pronunciar Terrier en tono convincente estas tranquili-
zadoras palabras, la pobre joven observó que, llegada la noche, aseguró
bien las puertas de la casa y luego cargó su vieja escopeta.
XI
ANGUSTIA
Al otro día de su entrevista con el profeta de los mormones, John Te-
rrier se dirigió a la ciudad de Salt Lake y entregó a un amigo, que partía
hacía las montañas de Nevada, una carta para Jefferson Hope, en la que
dábale cuenta de lo que les amenazaba y le encarecía lo necesario que era
su presencia para socorrerlos. Hecho esto, se sintió más tranquilo y volvió
a su casa más confiado en el porvenir.
Al llegar a la verja de la granja le extrañó ver atados dos caballos,
uno a cada lado de la puerta y aumentó su sorpresa cuando, al entrar ei
la sala, encontró a dos jóvenes esperándole. Uno de ellos, de cara larga y
pálida, habíase tumbado en un sillón y sus pies descansaban en una ban-
queta. El otro. de cuello ancho y corto, que armonizaba perfectamente con
los 1asgos de animalidad pronunciada de su fisonomía, estaba mirando el
paisaje por detrás de la ventana, con las manos en los bolsillos y silbando:
-——unia canción popular. Los dos saludaron a Terrier con una inclinación
de cabeza, y el del sillón le dijo:
Eo
_— ¿No nos conoce?... Mi compañero es el hijo del viejo Drebler y yo
soy ;José Stangerson. Los dos viajamos con usted a través del desierto cuan-
do el Señor se dignó hacerle entrar en el rebaño de sus fieles ovejas,