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¿RAPTO O SECUESTRO ? 35
juez, —haber escondido o mandado esconder por
Otro, en la chimenea de la estufa de su ga-
binete de trabajo, las ropas que tenía puestas
la señorita Elisabeth Aberdeen el día de su des-
aparición ?
—Lo niego categóricamente — respondió el
joven.—Vuelvo a decir que yo no he tenido ar-
te ni parte en esa desaparición.
-La audiencia hizo oir un leve murmullo de
contrariedad ante el giro poco interesante que
tomaba la causa con las rotundas negativas del
acusado.
El abogado de la parte acusadora se levantó
entonces y dijo, dirigiéndose al juez:
—Quisiera hacer una exhortación al acu-
sado... |
El juez respondió afirmativamente con un
movimiento de cabeza.
—Lord Rochester—dijo el abogado interpe-
lando al acusado en tono afable,—en nombre
de un padre desdichado, a quien el dolor pro-
fundo por la desaparición de su hija tiene pos-
trado en el lecho, del que sólo lo levantará tal
vez la presencia del ser a quien idolatra; en
nombre de los sentimientos de hidalguía que
deben existir en vos, como en todo caballero,
para impedir que una infeliz niña, de diez y
siete años apenas, sufra injustamente el anate-
ma de la sociedad en que vive y que la creerá
más bien víctima de un momento de extravío