144- EL CRIMEN Y EL CRIMINAL
»asunto personalísimo, pues, como hombre. de .mundo,'
»podrá con su experiencia aconsejarme. E
»De usted afímo. !
| »HELEN CARRUTH.N
Cuando desperté á la mañana siguiente, después
de la sesión borrascosa de poker en la noche anterior,
mi criado entró la carta que precede.
El carácter de letra menudita y clara que ostentaba
el sobre, revelóme desde luego ser una mujer la autora
de aquella misiva, y al pasar mi vista por aquellas lí-
neas, que parecían estar litografiadas, mi asombro no
tuvo límites.
¡ A qué asunto personalisimo podría referirse la se=
ñora Carruth ?... ¿Sería un pretexto para invitarme *
Pensaba yo ir aquella tarde á visitar á Dora y á Su
padre, y como probablemente me retendrían hasta el
martes ó miércoles, calculé ser el jueves un día libre
para mí, pudiendo consagrarlo á la señora, Carruth,
mujer cuyo trato despertaba en mi alma secretas se-
ducciones. y | y
A reserva de presentarla mis excusas, si algún in-
conveniente del momento estorbaba mi visita, la escri-
bí aceptando su invitación para el jueves.
Pasadas las aventuras de la noche precedente, y di-
sipados ya los vapores de aquella borrachera moral y
material ocasionada por las libaciones y las sacudidas
violentas del poker, me hallaba yo en pleno dominio
de mí mismo, arregladas perfectamente bien todas las
- cuentas con mis compañeros de partida.
. A
Pendarvon me debía diez y siete mil y pico de li-
bras, y Archie treinta y cinco mil. A su vez éste debía
á aquél unas cuatro mil, aproximadamente.
Cuando repasé el montón de hojas firmadas por Át-
chie, las tomé casi como papel mojado, y 4 punto estu-
ve de hacerlas trizas, pero me contuve por lo que pu»
diera tronar. e o
En cuanto á las diez y siete mil libras de Pendarvon,