EL CBLMEN DEL CASTILLO
XXIX
EL VISITANTE DE LA SEÑORA PORTMAN
El sargento encargado temporalmen-
te de la inspección de policía en St.
- Rodwell bostezaba leyendo un perió-
- dico, cuando el agente de guardia entró
á anunciarle que un caballero de Lon-
dres deseaba verle. El visitante, que
no era otro que mister Agustín Con-
- yers en persona, fué introducido se-
-guidamente en el despacho.
- —El inspector ha ido ¿4 Gwynant pa-
“Tra un asunto del servicio—manifestó
el sargento. — Probablemente volverá
- tarde. Si yo puedo servirle en algo,
- caballero... |
- —Gracias ; venía á ver al señor Port-
man para tratar de un asunto pura=
mente particular — contestó Agustín,
: _ después de cerciorarse, á la primera
ojeada, de que sería tiempo perdido tra-
_tar de sondear al sargento. No era fácil
que aquel individuo, de aspecto poco
_inteligente, hubiese sido iniciado por
| amigos del castillo.
su. superior en los detalles de un caso
tan importanto.
-—— —Si su asunto no se refiere al ser-
E vicio, caballero, tal vez la convendrá
verse con la señora Portman. Vive en
aquella casa de las persianas verdes al
otro lado de la calle—indicó el ama
ble sargento. ?
Agustín salió, después de dale las
gracias, indeciso entre seguir ó no el.
consejo. Su fracaso al tratar de obte-
ner datos concretos por Daniel Light,
á quién sólo pudo arrancar la afirma-
ción de que una denuncia importan-
te amenazaba á cierta persona distin-
ta de Elena Learoyd, le había impul-
sado á volver al Cornuailles, juzgan.
do grave la situación. Bajó del tren
en St. Rodwell, con la esperanza de
lograr de Portman, gracias á su cargo
de magistrado suplente, una explica :
ción de los motivos por los cuales se
consideraba necesario exhumar el. cuer |
po de sir Miguel. La ausencia del ins=
pector parecía demostrar la. proximi-
dad de una crisis, en la cual la presen
cia del abogado podía ser útil á sus
Al mismo tiempo, la perece e
una entrevista con la mujer del señor
Portman no era de despreciar, aun-
que hubiese de llegar tardo. 4 Gwy.
en