EL CRIMEN. DEL CASTILLO
-—Una tercera para Enemagteos
pondió el disfrazado ayudante, dando á
Sus palabras un marcado acento irlan-
A E : ES ER , :
Poco le faltó 4 Tomás para lanzar
un grito de asombro, al ver que Varn-.
te alguna otra persona.
yke había dado un paseo de diez mi-
di
Mas con el único objeto de volver á su e
Jasa en el primer tren. La cosa le pa-
recía tan increíble, que decidió subir
ambién con él, para descifrar el mis-
“terio. Cierto que no tenía dinero ; pero
esto, tratándose de una distancia corta
0 era un grave inconveniento. Tomás
co dela varios sistemas de viajar en fe-
INieritios el niño meditaba todo esto,
v rndyke había. salido al andén y se
paseaba de un extremo á otro de la es-
ación, hasta. que por fin se sentó en
banco cerca de un farol. Tomás, que
rocuraba quedar siempre en la som-
bra, oral seguir "gillrdolo á su sa-
E poco Hato? se vió contellear á lo
ejos una luz y Inego entró en la esta-
eL con si eg Estrepio > tren
A dónde va usted?—le preguntó tamento, y entonces, deslizándose e a
1 empleado encargado de despachar al
tre dos coches, pasó al otro lado de la
vía y subió al estribo opuesto al del an-
dén. Cuando el tren hubo reanudado
su marcha, el niño fué siguiendo el es-
tribo á lo largo del coche hasta llegar
delante de la portezuela del comparti-
miento ocupado ”' por Varndyke, pues
tenía curiosidad de saber si iba con é£-
Levantándose con cautela, se asomó
por una, de las ventanillas laterales, sin.
atreverso á hacerlo por la de la porte-.
-zuela, que se hallaba abierta. El brillo :
de la luz interior le deslumbró un ins-
tante; pero pronto pudo distinguir que
en el compartimiento sólo había ce
personas. La una, muy cerca, de blera
la de Varndyke; la otra, que ocupaba
el ángulo opuesto, se hallaba: dormida PE
con el sombrero ca: e
o sobre los ojos.
Al distinguir es última, Tomás
Light experimentó una conmoción tan E
violenta, que estuvo á punto de soltar
las manos y caerse del estribo. El dor-
mido era su padre, aquel padre á quien
en cuatro días de felicidad, hasta en-
tonces desconocida para él, había
aprendido á amar con todo el: afecto | 2d
de su corazón virgen.
- ¡Y Varndyke, con los ojos fionia en e a
compañero de viajo, estaba sacando de
su estuche un agudo onchillo de diia 0
- jano!