EL SECRETO
de segundo o tercer orden; aspiraba a
un lugar tan alto que su propia temeri-
dad le asustaba a veces, pero con nada
menos hubiera quedado satisfecha. Lo
que muchas otras hubieran considerado
como buen éxito, habría sido para ella
- un fracaso indiscutible. Proponiase ha-
- cer la prueba, y si el resultado no co-
rrespondía a su deseos, allí quedaría
terminada para siempre su carrera ar-
- tística. «Sólo uno entre muchos alcan-
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za el anhelado fin», se decía con fre- .
cuencia. ¿Sería ella la favorecida. por
la suerte, o figuraría entre las media-
nias? Algunas semanas bastarían para
dejar contestada la pregunta.
Porque Francisca, o la señorita Fran-
cini, que era el nombre con que el pú-
blico la conocía, debía hacer su presen-
tación a principios de la temporada tea-
tral, con el papel de protagonista en la
fpera Lucia. z
X
EL TRIUNFO DE: UNA ARTISTA
El próximo estreno de una tiple pro-
duce siempre alguna sensación en el
mundo artístico. Las cantatrices favo-
ritas del público suelen afectar indife-
rencia, pero no dejan de sentir algún
temor ante el triunfo posible de su nue-
va rival, Anunciada ésta a bombo y pla-
tillos, según costumbre, puede. perte-
-necer al número de las muchas que fra-
casan, como puede también estar des-
tinada a compartir aplausos, honores y
gloria, con las artistas ya famosas, y a
-eclipsar en todo o en parte su populari-
dad. Por regla general, poco saben de
su nueva competidora, y tienen que es-
-perar con paciencia a que el público ha-
ya dado su fallo. En cambio, log em-
presarios saben cuanto hay que saber
sobre log méritos de la nueva artista,
cuyos estudios y progresos han seguido,
paso a paso, a veces durante años en-
- teros. Si vale la pena, el empresario
que la contrata tiene que emplear no
poca diplomacia y aun alguna estrata-
gema, para lograrlo, Pero por mucho y
. muy bueno que sepan, son, por regla
general, los empresarios, gente que ca-
lla y espera, hasta pasado el estreno ;
prudencia muy natural, debida a mume-
rosos desengaños. Después reciben la
recompensa de su previsión y Sus es-.
fuerzos, o sufren en silencio las pérdi-
das ocasionadas por su propia falta de
eriterio. oo op dE
Cuando se anunció, entre las grandes -
novedades de la temporada, que la se-
ñorita Francini cantaría por primera
vez en Inglaterra, fué cortísimo el nú-
mero de personas bien informadas res-
pecto a los méritos y antecedentes de
la, nueva Lucia. Y lo más curioso era
que aun esas contadas personas tenian
de ella los informes más contradicto-
rios. Quién aseguraba que poseía una
voz magnífica y una presencia insigni-
ficante; otro sabía. de buena tinta que
-8u VOZ noO era gran cosa, pero, en carn-
bio, la artista era hermosísima ; no fal-
tó quien anunciase que sabía represen-
tar, mas no cantar, y alguno sostenía
“todo lo contrario. Y seguían los infor-
mes: ni podía cantar, ni accionar si-