Full text: Rienzi

     
de maniquí a sus hipócritas tiranos, y 
pára darles motivos a que griten, levan- 
tando sus manos: «Ved si existe libertad 
en Roma, pues nosotros, patricios tam- 
bién, honramos aun plebeyo!» ¿Y podrían 
A elevarle nunca si no consintiera en no 
1, + formar desde entonces comunidad de in- 
_ tereses y de sentimientos con los de su 
: clase? No, hermano mío: si alguna vez 
_'ocupare yo un puesto eminente, sería 
conducido a él en los brazos y no sobre 
el cuello de mis compatriotas. 
—Sólo anhelo, Nicolás, que tu solici- 
tud por tus conciudadanos no borre de 
tu memoria el mucho ¿ariño que te pro- 
- fesamos. ¿Qué grandeza podría reconci- 
-—liarme con la idea del peligro que consigo 
te trajese? 
—Todos los peligros que guiaran a la 
  
  
los labios, ¡Grandeza! ¡Grandeza! ¡Qui- 
- mérica ilusión! ¡Vano delirio! Ene 
- moslo para nuestro sueño. No hablemos 
más de mis proyectos: ocupémonos ahora 
de los tuyos, querido hermano. / 
Y Nicolás, con la vigorosa elasticidad 
de talento que le era característica, apar- 
- tando de sí todos los pensamientos de 
gloria y de grandes empresas, descendió 
  
  
los días festivos, una choza en punto me- 
- nos expuesto a la opresión de los barones, 
y la pintura lejana de felicidad y de amor 
que ya habían evocado en aquella ima- 
- ginación de diez y seis años unos ojos ne- 
- gros y unos graciosos labios; a tan redu- 
cidos límites habían llegado los deseos 
y esperanzas a que prestaba el estudian- 
te atento oído, y que lomentaba con afec- 
- tuosa sonrisa, En otra época de su vida 
recordó con frecuencia este coloquio y 
- consultó a su corazón sobre la prudencia 
    
  
      
        
        
    
    
     
        
      
    
    
    
    
      
   
ción. 
PY entonces - — proseguía el mance- 
—» Y poco a poco, compraré un barco 
-y de mercancías... Aquellas mercancías 
las venderé... ¡Oh! sí, las venderé a muy 
uen es y con su importe podré lle- 
  
oo - RIENZI 
manos quien sn. del pueblo para servir 
“grandeza los arrostraría con la sonrisa en . 
: : - sin dificultad a los humildes planes del - 
- mancebo. Un batel nuevo, un traje para 
respectiva de estas dos clases de a 
- como el que ahora pasa por delante de 
nosotros, cargado probablemente de trigo 
nar de libros tu aposento, y no te quere- 
llarás más de no ser tan rico como ape- 
tecieres para comprar un antiguo manus- 
crito monacal, roído por la carcoma. 
Nicolás se sonrió estrechando más y 
más a su hermano contra el corazón. 
—;¡Quiera el Cielo que yo pueda satis- 
facer tus deseos mucho antes! De todos 
modos paréceme que los dueños de ese 
barco no tienen en él una posición envi- 
diable. Mira cómo sus tripulantes diri- 
gen los inquietos ojos en torno suyo. Son 
pacíficos mercaderes y temen, no obstan- 
te, que hasta en las inmediaciones de esa 
ciudad, mercado un día del mundo ci- 
vilizado, les dé caza algún pirata, y aun 
quizá antes de terminar su viaje encuen- 
tren a ese pirata en la persona de un ilus- 
tre romano. ¡Ay de mí! ¡A qué estado. nos 
vemos reducidos! 
El barco de que hablaban surcaba ve- 
lozmente las ondas, y sobre el puente se 
veía de centinela a tres 0 cuatro hombres 
armados, quienes examinaban atenta: 
mente las tranquilas riberas, como te- 
merosos de algún ataque repentino. Á 
poco desapareció el barco, y los dos hez- 
manos volvieron de nuevo a esos temas 
que encantan a la juventud. sólo con refe- 
rirse a lo venidero. ES 
Por último, hasta que la obicoridad: : 
fué casi completa no se dieron cuenta de - 
haber ya pasado la hora en que solían 
retirarse a su morada; entonces volvie- 
ron pies atrás. 
—Espera—dijo de repente el hermano 
mayor—: con la conversación he olvida- 
do que el padre de Uberto me ha, prome- 
tido un manuscrito raro, que, al decir del 
buen fraile, ha dejado malparada la sa- 
biduría de toda la comunidad. Debí ir 
a recogerlo esta tarde a su celda: espé- 
rame aquí algunos minutos; nos hallamos 
a. mitad de camino del Aventino, y pa 
to estaré de vuelta.- $ 
—¿No puedo acompañarte? 
- —No—repuso Nicolás con prudente : 
ternura—; debes estar muy cansado des- 
pués de lo que trabajaste todo el día: mis 
trabajos corporales no valen la pena; tu 
eres delicado, y la fatiga no te permite 
andar: toma un poco de qeSe anso; 200 de 
volveré. 4 
dos 
 
	        
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