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aproveche? Mostrad, Bryce, a estas se-
ñioras cuantos objetos traéis para la
venta, pues quizás baya alguna cosa
que les agrade. -
—Seguramente no se trata del se-
-gundo barco de Cleveland — dijo Bren-
da en voz baja a su hermana—, pues
su llegada le hubiera alegrado más.
—¡ Oh! — repuso Minna—, he visto
brillar sus ojos ante la idea de reunirse
con sus compañeros en los peligros.
—Quizá hayan brillado — replicó
Brenda — al pensar que puede aprove-
charse de esta ocasión para salir de es-
tas islas : los ojos no revelan siempre
los verdaderos sentimientos que. domi-
man en el corazón. :
—De todos modos—agregó Minna—,
no debéis interpretar desfavorablemen-
te los pensamientos de un amigo; y Si,
en estas circunstancias, 0S equivocáis
en vuestra opinión, nada tendréis que
reprocharos. -
Mientras tanto, Enlilos? abría su
bala, envuelta en una piel de lobo ma-
rino que se cerraba por medio de unas
correas con hebillas, operación que in-
terrumpieron más de una vez las pre-
guntas que le dirigieron el udaller y
otras personas.
-—Los oficiales, ¿iban frecuentemen-
te a tierra? — preguntó
Troil—. ¿Qué recibimiento les dispen-
saban ?
—Muy cordial — respondió el buho-
_nero—. El capitán y varios individuos
de su tripulación habían asistido al bai-
le y a otras diversiones de la comarca.
Sin embargo, he oido algo respecto a
las aduanas y otros derechos que deben
pagarse al rey; y algunos señores en-
_copetados del pueblo, y que, en su ca-
lidad de magistrados, pretendieron al-
zar la voz, se han indispuesto con el
capitán, que no quiso someterse a sus
pretensiones ; de suerte que es muy na-
- haral que fuese recibido por el pronto
muy fríamente, lo que le hizo decir que
Magnus
iba a Stromnell o tapa porque
allí está al áncora bajo los cañones de
la batería de Kirkwall. Sin embargo, mi
opinión es que continuará en aquella
rada hasta que pase la gran feria e
verano.
— Los habitantes de las Orcades —
dijo Magnus — pretenden, por lo vis-
to, apretar más el collar con que la ti-
ranía de los escoceses los esclaviza, vi-
niendo ahora a hablarnos de aduanas y
de derechos del rey. Los hombres hon-
rados deben oponerse a todas estas exac-
ciones; así lo he hecho siempre y a
haré hasta, el fin de mis días.
Esta declaración de Magnus Troil.
entusiasmó a los convidados, que apa
dieron a rabiar. des
Pero la inexperiencia de Minna la
condujo todavía más lejos que a su pa-
dre, pues dijo al oído a Brenda, pero
de modo que Cleveland lo oyese, que
la falta de energía de los habitantes de
las Orcades les habia hecho desapro-
vechar todas las ocasiones que habían, -
tenido de sacudir el yugo de la Esco-
cla. | Es
—¿A qué se debe — agregó — el que
no nos hayamos aprovechado de tantas
revoluciones como ha habido en los úl-
timos tiempos para sacudir un yugo que
se nos impuso injustamente, y colocar-
nos de nuevo bajo la protección de Di-
namarca, que es la nacionalidad de
nuestros padres? ¿Y por qué hemos va--
cilado sino porque los habitantes de las.
Orcades han hecho tantas alianzas con
nuestros opresores, que no sienten el
impulso de la sangre norsa que hereda-
ron de los hároes?
Triptolemo oyó la última pisó dee e
te discurso patriótico y, no es:
contenerse, exclamó: :
—El gallo joven sabe cantar lo mis-
mo que el viejo. Perdonad, señorita ;
debi decir la gallina nueva, y 0S ruego
que me dispenséis este lapsus lingua.
¡A fe mía la puede congidSraERe