“216
vuelve tan quimerista que : no es posi-
ble permanecer a su lado tranquilo.
No habréis olvidado que estuvo a pun-
_to de estrellar esta embarcación sobre
la. maldita roca llamada el Caballo de
Capinsha, y sólo por terquedad ; y que,
en otra ocasión, creyendo que hacía
fia gracia, descargó, mientras está-
bamos en consejo, su pistola por deba-
jo de la mesa y E una pierna al
vobre Jenkins.
.—Nada ha perdido Jenkins el
mó el carpintero—, porque le corté la
E pierna con mi sierra tam pronto y bien
como el mejor cirujano ; le cautericé la
herida con mi hacha enrojecida al fue-
go, y le construi una pierna de made-
ra que le presta el mismo servicio que
la que perdió.
—Sols un hombre muy habilidoso—
repuso el contramaestre—, endiabla-
damente habilidoso, pero no me agra-
daría mucho que empleaseis vuestra
- hacha y vuestra sierra para amputarme
ninguno de mis remos; es preferible
que empleéis esas herramientas en lo
necesario para el buque. Mas no se tra-
ta de eso ahora, sino de saber si hemos
de separarnos del capitán Cleveland,
que sirve lo mismo para aconsejar que
para obrar. Esto equivaldría a tirar el
piloto al mar, cuando el viento empuja
al navío hacia la costa. Además, no es
un rasgo propio de marino el abando-
nar a sus camaradas después de ha-
¿berlo buscado y aguardado tanto tiem-
po, que hemos agotado las provisiones.
No podemos darnos a la vela si los ha-
bitantes de Kirkwall no nos ayudan a
abastecernos, y continuando aquí, nos
exponemos a tener encima a la fraga
ta Alción, que se encuentra a la altura
de Peterborough. Creo, por consi-
| > guiente, que el capitán Cleveland es el
único que puede libertar nuestros gar-
gueros, amenazados de un nudo corre-
-dizo, pues se sabrá -insinuar con las
gentes. del país, les hará buenas pro-
WALTER. SCOTT E
mesas, y, si es preciso, 1 enseñará los
dientes, a ,
—¿ Y qué pretendéis hacer del valien- :
te capitán Goffe?—preguntó un viejo -
pirata, tuerto—. Sé perfectamente |
que es muy caprichoso y yo mismo lo
he experimentado; pero nadie le exce-
de en valor, y esto lo sostendré mien=
tras me quede la otra linterna ia ES
ver. |
—Dejadme concluir — replicó Ed 7
kims—. Propongo que Cleveland ten-
ga el mando desde la una de la tarde
hasta las cinco de la mañana, pues. du-
rante ese tiempo Gofíe es ea
borracho. á
Goffe apresuróse a ga testimonio
de la verdad de la acusación, mascu- A
llando algunas palabras inarticuladas,
y amenazando con una protelas a e. E
kins. E
—¿Lo estáis viendo ?—exclamó De- 2%
rrick—, ¿Qué habéis de esperar de un
hombre que, hasta en un consejo, se
emborracha, como el último de los ma-
rineros ? Be
—Sií — agregó Bunce—, completa-
mente borracho, y eso enfrente del.
enemigo, la tormenta y el senado. ]
—De todos modos — prosiguió Deo
rrik—, no puede haber dos capitanes
en un día, porque el barco no marcha-
ría bien, Que turnen por semanas 2d |
que empiece Cleveland. ES
—Aquí hay gentes tan dignas hs .
él—dijo Hawkins—; por lo demás, na-
da tengo que oponer contra el capitán
Cleveland ; y creo, por lo contrario,
que es capaz de darnos un golpe de ma- )
no mejor que otro cualquiera. !
—S81, si—exclamó Bunce—, y
.empeñará mejor su oficio que su b
cho predecesor para meter el resuello a
los canallas de Kirkwall. Por consi-
guiente, ¡Viva el capitán Cleveland 1
—Despacio, señores-—repuso -Cleve-
land, que no había intervenido hasta
entonces en la discusión— ; , confio