EL PIRATA
mente irritado de encontrar obstáculos
que no esperaba hallar e impedían su
“admisión. Mientras le franquean la en-
_trada, diremos a nuestros lectores quién
era Triptolemo, y por qué fué bautizado
con tan singular nombre.
Un noble conde escocés había encar-
gado a Jasper Yellowley, padre de Trip-
tolemo, la explotación de una hacienda
que aquél poseía en el Mearns, donde,
inútil es decirlo, no tardó en conocer que
la realidad no correspondía a las espe-
ranzas que había concebido. Inútiles
fueron todos los medios adoptados por
el animado colono para contrabalancear,
- con sus desvelos y su rara habilidad, las
desventajas de un terreno frío y húme-
do; sin embargo, quizá hubiese "sacado
- provechosos resultados, si su inmedia-
ción a los montes Grampianos (1) no le
hubiera expuesto constantemente a las
visitas de los montañeses, que, si bien
hicieron del joven Norval un héroe y un
guerrero, redujeron en cambio a la mi-
seria al desdichado Jasper, quien com-
pensó su desventura impresionando con
sus formas robustas y el colorido fresco
y sonrosado de su cara, el corazón amo-
—roso de la señorita Bárbara Clinkscale,
hija del último Clinkscale y hermana
del jefe de la familia de este nombre.
Creyóse unánimemente en el país que
sta unión era, a la vez, horrible y poco
Natural, pues la casa Clinkscale adole-
cla de orgullo escocés, aunque con la
parsimonia que proverbialmente se
atribuye a esa nación. Pero la señorita
Baby poseía una hermosa fortuna de dos
mil marcos, era mujer decidida, mayor
de veinte años, y por lo tanto, sui juris,
según consignó el hombre sabio que ex-
tendió el contrato matrimonial : de esta
suerte, despreciando los comentarios y
as consecuencias de su acción, no va-
ciló en casarse con el robusto labrador
del condado de York. Su hermano y sus
Ela cordillera de los cri está
a en el naa do Ade
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parientes más ricos le re ¿procharon vio-
lentamente y desconocieron como pa-
rienta a la que acababa de deshonrarse
de aquel modo, Pero esta casa tan orgu-
llosa de Clinkscale, lo mismo que otras
muchas familias escocesas de aquella
época, tenía numerosos parientes que
no. eran tan delicados, los cuales reco-
nocieron a su prima Bárbara después
de su casamiento, y aun comieron con
el nuevo primo sus guisantes y su toci-
no gordo, aunque el tocino fuese enton-.
ces tan abominado por los escoceses co-
mo lo es por los judios ; hasta hubieran
estrechado los lazos de amistad y pa--
rentesco, por el préstamo de alguna su-
ma, que sin dificultad alguna hubiesen
aceptado, si su buena esposa, que cono-
cía su jerga y tenía un olfato tan fimo
como la más astuta comadre del Mearns,
no se hubiera negado rotundamente a
ello. Si la astuta Bárbara velase obliga-
da a obsequiar al joven Deilbelicket, o
al viejo Dougald Baresword, señor de
Bandybrawl, o a otros muchos, buscaba
la indemnización de su hospitalidad ca-
si involuntaria, utilizándolos en sus ne-
gociaciones con las honradas gentes de
mano ligera del otro lado del cairn, que,
al verse descubiertos, desistieron de su
manejo y concertaron un arreglo, con-
tentándose con una suma moderada Car
da año.
Este importante acontecimiento re- E
concilió al honrado Jasper con el impe-
rio que su tierna esposa ejercía ya sobre
él, y acabó de consolidarle el haberse
encontrado aquélla en situación de au-
mentar la familia. En ese estado, la se=
ñorita Bárbara soñó que daba a luz un
arado, al que se encontraban uncidos
tres pares de bueyes del condado de An-
gus. Deseando explicar tan extraño prew
sagio, convocó en seguida 8 SUS COMA-
dres, que, como siempre ocurre, nunca
faltan en casos semejantes, Después de
una larga conferencia, el pobre Jasper
aventuróse a decir que aquella visión