Full text: Bandidos aristócratas

  
BANDIDOS ARISTÓCRATAS 
ted, persisto en mi deseo de mat- 
charme de su lado. De modo que 
le suplico se sirva usted mandar 
detener el coche para que yo baje. 
Veo que es usted incorregible 
y desearía poder complacerle; pe- 
ro no puedo permitir en modo al- 
:  guno que se pierda usted. Mi padre 
- posee una casita de campo a pocas 
millas de la ciudad. A ella le con- 
duciré y podrá usted conferenciar 
con él acerca de su pretensión. 
Bien veía Gregorio que el asun- 
to se complicaba, que aquella mu- 
_jer le había tendido un lazo, pero 
no tenía más remedio que ir a don- 
de ella quisiese. Sólo podía salir 
'del coche originando un conflicto, 
- que trascendería al público inme- 
- diatamente, y, ¿quién le aseguraba 
a Gregorio que Susana, al verle 
- escapar, para vengarse de él, no le 
(denunciase como un hombre que 
- había huído de la policía? 
Después de todo, quizás le sir- 
viera para algo su visita al mayor 
pues, observando detenidamente 
Cuanto pasara a su alrededor, podría 
- vemir en conocimiento de algún 
nuevo detalle. Y, si le fuera posi- 
ble, después de haber estado unos 
_momentos con el mayor, salir de la 
casa de campo y ponerlo todo en 
conocimiento de la policía, en la 
primera delegación que encontrase, 
o habría perdido el tiempo. 
Todo ello, empero, debía hacer- 
- Se con cautela para que miss Scar- 
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cliffe no adivinase tales proyectos, 
pues era una mujer inteligente y 
no apartaba la mirada de Grego- 
rio, acechándole como el gato al 
ratón. 
—HEstoy confundido — dijo 
aquél.—No sé qué resolver. 
——Naturalmente — respondió 
miss Scarcliffe.—El que tiene en 
su casa el tejado de vidrio hace 
“mal en arrojar piedras al vecino, 
porque éste puede vengarse y lu- 
char con ventaja. Aquél sobre el 
cual pese una grave sospecha, no 
debe acusar a los demás, porque 
tal acusación puede resultarle alta- 
mente perjudicial. 
—Es cierto. 
—Luego... deduzca usted. 
- Decididamente, el único camino 
era el que miss Scarcliffe indica- 
ba. Aventurarse por otro hubiera 
sido una torpeza. | 
—Si usted se porta bien con mi 
padre —añadió Susana, —quizás 
pueda él darle alguna pista impor- 
tante para el descubrimiento del 
asesinato de lord Deveridge... 
Gregorio comenzó a tener alyañá 
esperanza. Era verdad que se ha- 
llaba entre malhechores, pero, a ve- 
ces, esa clase de gente resulta útil 
y, a cambio de un gran sacrificio o 
después de haber reclamado uná 
enorme cantidad de dinero, satisfa- 
cen el deseo del que se acerca a 
ellos. 
El resto del camino sa pa a 
 
	        
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