Full text: Bandidos aristócratas

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BANDIDOS ÁRISTÓCRATAS 
-gorio había entrado en aquella ca- 
sa con prevención y no podía ló- 
gicamente hacer el menor caso de 
ellas. | 
Sin embargo, hizo como que le 
producían impresión, y repuso: 
—Gracias. Le estoy a usted re-. 
conocidísimo, mas es preciso que 
me presente al agente. No sé si es- 
tá usted enterado de que se me 
considera como sospechoso en el 
asesinato de lord Deveridge... 
-. —Algo sé de esto.. 
—Pues bien. Esta Mañana, con 
- tal motivo, me detuvo un agente, 
el mismo que ahora está esperan- 
do afuera y su hija de usted, con 
auxilio de su cochero, logró librar- 
- me de la detención conduciéndome 
aquí.. 
pe ¿por qué no explicaba 
usted todo esto en cuanto ha lle- 
gado? No, no es posible que salga 
usted en busca del agente. 
—Es indispensable. Como soy 
inocente, una vez en poder de la 
Justicia podré explicar cuanto se- 
pa respecto de tan extraño asunto 
y se pondrá en claro mi inocencia. 
—Nada, nada. Es imposible. Yo 
soy un buen amigo de usted y me 
opongo terminantemente a que se 
presente a la justicia. Yo mismo 
yeré al agente y le mandaré a pa- 
seo. Quiero hacer por usted algo 
Sán más de lo que mi hija ha hecho. 
- ¡Tengo sobrado poder para evitar 
- Que este agente entre en mi casa. 
—Piénselo usted bien... 
—Si, realmente, no se trata de 
un asunto en el que pueda obrarse 
con ligereza; pero, aun así, opto 
por echar de casa al agente. 
Entablóse entre el mayor y Gre- 
gorio una discusión vivísima que 
cortó miss Scarcliffe apareciendo 
«leo despeinada como si estuviese 
haciendo su toilette y más els 
que de costumbre. 
Explicóle el mayor lo que ocu- 
rría y ella exclamó sonriendo gra- 
ciosamente: 
-—Yo misma me he encargado de 
echar al agente. Le he dicho que, 
efectivamente, estuvo Gregorio en 
casa, pero que hacía un largo ra- 
to que había partido de nuevo para 
Londres. 
A Gregorio le pareció muy raro 
que el agente se convenciera con: 
las palabras de miss Scarcliffe y 
preguntóle a la misma cómo po- 
día ser que, habiendo ella arranca- 
do la presa al agente, no le dijese 
éste nada de tal suceso y se mar- 
chase sa: chistaf. ps 
Miss Scarcliffe tardó en contes- 
tar la intencionada pregunta de 
Gregorio, pero dijo al fin: 
—No me reconoció. El traje que 
entonces llevaba era muy diferente 
del que llevo ahora. 
Todo esto era rarisimo. Grego- 
rio estaba cada vez más despis- 
tado. ) 
Junto con- miss Scarcliffe y el 
mayor emprendió entonces un pa- 
seo por el jardín. 
  
  
  
 
	        
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