Full text: El Conde de Léicester

EL CONDE DE LEICESTER 
  
Acostumbran los novelistas dar co- 
enzo a su relato en alguna posada 
onde el carácter del viajero tenga an- 
ho campo para explayarse sin tener 
¡ue guardar ceremonias ni respetos. 
Este procedimiento es muy cómodo, 
sobre todo cuando la escena se desarro- 
en los tiempos pasados de la alegre 
glaterra, pues entonces las personas 
dojadas en una posada eran, en cierto 
lodo, no los huéspedes, sino los co- 
mensales del amo, personaje, por lo ge- 
, de excelente humor, agradable 
ato, y habituado a hablar con entera 
£rtad. Los individuos presentes no 
laban, gracias a él, en tratarse con 
queza, y después de haberse be- 
do un jarrón de seis pintas, procedían 
el dueño y unos con otros como sl 
sen todos amigos de la infancia.” 
¿ULADOT, pueblo situado a tres O CUa- 
illas de Oxford, poseía, a los diez 
cho años de reinado de Isabel, una 
elente posada de este género, diri- 
) mejor dicho, gobernada por Gil 
ing, hombre de buen aspecto y 
ado abdomen, de cincuenta y tan- 
s, módico en sus precios, exacto 
us pagos, chistoso, dueño de una 
buena bodega y padre de una mucha- 
cha lindísima. Desde los remotos días” 
del viejo Harri Bailie, propietario de la 
Cota de mallas de Southward, ningún 
posadero había igualado a Gil Gosling 
en el arte de agradar a todos sus hués- 
pedes, y su fama era tanta que todo 
viajero creíase obligado, al pasar por 
Cumnor, a echar un trago en el Oso 
Negro; pues lo contrario hubiera sido. 
tan raro como que un provinciano vol- 
viera de Londres sin haber visto el 
rostro de Su Majestad. Lios habitantes 
de Cumnor estaban envanecidos de Gil 
Gosling, y éste a su vez de su posada, 
de sus licores, de su hija y de sí mismo. 
Cierta mañana, apeóse en el patio de 
esta famosa hostería un viajero, el cual, 
después de entregar su caballo, cansa- 
do, al parecer, por un largo viaje, al 
mozo de cuadra, dirigió a éste algunas 
preguntas, que dieron origen al siguien- 
te diálogo entre los criados del buen 
Oso Negro. a 
—;¡ Eh, Tapster! 
—Aquí estoy —contestó el interpela- 
do, cuyo nombre significa que era él el 
encargado de los vinos y licores.—Aquí 
estoy — y al mismo tiempo, apareció 
vestido de un amplio chaquetón, un | 
pantalón de lienzo y un mandil verde, 
en el hueco de una puerta que. condu- 
cía a una bodega exterior. de 
 
	        
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