LOS QUINIENTOS MILLONES'DE LA BEGUN 129 |
-Je piróxilo, el cañón de la Torre del Toro debería quedar in-
utilizado. |
La recepción de kabella carta constituyó p para Herr Schtlt.
ze un gólpe terrible en su indomable amor propio. Mientras
la leía, se quedó lívido, y, después de haberla leído, dejó caer
la cabeza sobre el pecho, como si hubiese recibido un mazazo.
No salió de aquel estado de postración hasta que hubo trans-
currido un cuarto de hora, y entonces se entregó a un arrebato
de la ira. ¡Sólo Arminio y Sigimer o decir cómo cas
aquellas. explosiones ! :
Sin embargo, Herr Schiltze no era un Poble que se die-
se por vencido. Una lucha sin tregua iba 'a entablarse, pues,
entre él y Marcelo. ¿No le quedaban sus obuses cargados. de'
ácido carbónico líquido, .que podían ser disparados a corta dis-.
lancia por unos cañones menos potentes y más prácticos?...
Apaciguado mediante un súbito esfuerzo, el Rey del Acero
entró de nuevo en su despacho y reanudó el trabajó. *
Estaba bien claro que France-Ville, más amenazada qué h
nunca, no debía descuidarse en lo ee mínimo dass ponerse A e
la, riada tada E
XIV
ZAFARRANCHO DE COMBATE -
Si el pligeo no era ya inminente, era ña grave, Mar-
celo dió a conocer al doctor Sarrasin y a sus amigos todo
cuanto sabía. acerca de los preparativos de Herr: Schultze y de
sus máquinas de destrucción. A partir del día siguiente, el
Consejo de defensa, en el que ingresó Marcelo, se ocupó en dis-
cutir un plan: de: resistencia y de prepa su ejecución. o
ari Pe A :