grandes aguas, pero partieron sin ví-
Veres, sin fusiles, sin cuchillos, sin
mocasines, desnudos y pobres como
en el momento de venir al mundo, ¿y
será esto justo? ¡Entrarán en el país
de log buenos como iroqueses ham-
brientos o miserables delawares? ¿En-
contrarán a sus hermanos sin llevar
armas en las manos ni vestidos en-sus
cuerpos? ¿Qué pensarán nuestros pa-
dres al verles llegar de este modo?
Orecrán que los wyandotes han de-
generado; los mirarán con enojo, y
dirán: «Un chypais ha entrado aquí
bajo el nombre de hurón.» Hermanos
míos, no debemos olvidar a log muer-
tos; un piel roja no olvida jamás. Car-
.garemos las espaldas del mohicano
hasta que el peso le sea insoportable,
- 0 lo despacharemos detrás de nues-
- tros compañeros, quienes, aunque
nuestros oídos no estén abiertos para
ES entenderlos, nos gritan ¡no nos olvi-
-—déis! Cuando vean el espíritu de este
- Inohicano correr detrás de ellos con
- Su enorme peso, comprenderán que
no los hemos dado al olvido, y prose-
-——guirán su viaje más tranquilos, y
nuestros hijos dirán: «Esto es lo que
- huestros padres han hecho por sus
- Amigos y nosotros debemos hacer
== Otro tanto por ellos.» ¿Qué significa un
inglés? Hemos dado muerte a muchos,
pero la tierra está todavía blanca;
Sólo la sangre de un indio puede lavar
ana mancha hecha al nombre hurón.
¡Muera, por lo tanto, este delaware!
Fácilmente se imaginará el lector
el efecto que produjo semejante aren-
- ga pronunciada enérgicamente ante
- tal auditorio.
Un guerrero, cuyo ala reflejaba
na ferocidad más que salvaje, se ha-
_bía distinguido por la viva atención
Que había prestado al or ador; su fiso-
¡homía había expresado alternativa
EL ULTIMO MOHICANO
195
mente todas las sensaciones que expe-
rimentaba, hasta que no quedaron ya
en ella sino las del odio y la rabia.
Cuando el magua hubo concluído de
hablar, se levantó dando un horrible
endo: y se le vió blandir sobre la
cabeza su hacha brillante y bien afi-
lada.+Este grito y movimiento fue-
ron demasiado rápidos para que nadio
pudiera oponerse a su proyecto san-
guinario, aun cuando alguno hubiera
tenido este propósito. A la luz de la
antorcha se vió una línea brillante
atravesar la estancia, y otra línea ne-
gra eruzarla al momento; la primera
era el hacha que volaba hacia su ob-
jeto, y lasegunda el brazo del magua
que desviaba su dirección. Este mo-
vimiento tuvo eficacia, porque el ar-
ma homicida no hizo sino derribar la
larga phima que adornaba la mecha
de pelo de Uncas, y atravesó el dé-
bil muro de tierra de la choza como
si hubiera sido lanzada por una balles-
ta o catapulta.
Heyward oyó el horrible grito del
bárbaro guerrero y vió su acción, pe-
ro apenas se había levantado maqui-
nalmente como si pudiera prestar al-
gún socorro a Uncas, cuando advir-.
tió que ya había pasado el peligro, y
el terror convirtióse en admiración.
El joven mohicano estaba en pie, con-
templando a su enemigo sin revelar
la menor alteración; se sonrió des-
preciativamente, y pronunció en su
lengua algunas palabras en el mismo
sentido.
—No—dijo el magua después de
haberse cerciorado de que el prisio-
nero no había sido herido—. El sol
debe iluminar su vergúenza; es pre-
ciso que nuestras mujeres vean tem-
blar sus carnes y tomen parte en su
suplicio, si no nuestra venganza no
sería más que un juego. Que lo con- *