| EL ÚLTIMO MOHICANO 267,
Variando después de voz y de te- significar el poco crédito que le me-
ma, aludieron a su compañera, que recían aquellas creencias. Aforbuna-
lloraba en la habitación inmediata, . damente Heyvard y Munro no en-
compararon su carácter dulce y sen- tendían el significado de las palabras
sible a los copos de nieve puros e in- salvajes que llegaban a sus oídos y
maculados que con. tanta facilidad que hubieran renovado su dolor.
so derriten al ser heridos por los rayoS Sólo Chingachgook parecía no pres-
del sol como se hielan durante el frío tar atención a los cantos. Su mirada
invierno; no dudaban que Alicia era había permanecido fija, y aun en los
dueña del cariño del joven jefe blanco, momentos más patéticos de aquellas
cuyo dolor era casi semejante al suyo; lamentaciones ningún múseulo de su
pero, aunque ellas se guardaban bien rostro sufrió la más mínima altera-
de manifestarlo, conocíase que nO la ción. Los restos fríos e insensibles de
creían dotada de las grandes cuali- su hijo tenían reconcentrada toda su
dades que distinguían a Cora. Com- atención, y, excepto la vista, todos
paraban los rizos de los cabellos de sus sentidos parecían dormidos. Apa-
Alicia con los tiernos vástagos de la rentemente sólo vivía para conterm-
vid, sus ojos con la bóveda celeste, plar aquellas facciones amadas que
y su cutis a una nube de resplande- no tardarían en desfigurarse.
ciente blancura, hermoseada con los De pronto, un guerrero célebre, de
rayos del sol naciente. continente grave y severo, muy €s-
Mientras las jóvenes delawares cad- timado por sus hazañas y especial-
taban estas alabanzas, el resto de la mente por lo mucho que se había dis-
asamblea guardaba el silencio más tinguido en el último combate, avan-
profundo, interrumpido sólo de vez zó eon lentitud por entre el CONCUISO
en cuando por los sollozos que la vio- yendo a colocarse junto a los restos
lencia del dolor les arrancaba. Los de Uncas. |
guerreros escuchaban con la misma —¿Por qué nos has abandonado,
“atención que si hubiesen estado bajo orgullo de Wapanachki?—dijo diri-
la, influencia de algún encanto, re- giéndose al joven guerrero, como si,
fiejándose en sus rostros expresivos sus restos inanimados pudieran im-:
las emociones vivas y simpáticas que presionarse aún—. Tu vida ha teni-:
- experimentaban, Hasta el mismo Da- do la du ación de un instante, pero:
vid encontraba cierta especie de ali- tu gloria ha brillado más que los res-
vio oyendo aquellas voces tan dulces, plandores del sol; tú has partido, jo-,
y mucho tiempo después de haber ven veneedor, pero cien wyan-dotos
cesado log cantos, sus miradas vivas te han precedido en el camino que
y brillantes atestiguaban la impresión conduce al mundo de los espíritus,
que habían producido en su alma, para facilitarte el tránsito por entre
El cazador, que era el único de to- las espinas. ¿Quién, al verte en medio
dos los blancos que comprendía la de una batalla, hubiera creído que
lengua delaware, escuchó atentamen- eras mortal? ¿Quién, antes que tú,
te los cantos de las jóvenes; pero, al
aludirso en ellos a la vida que Uncas
y Cora harían en los bosques bien-
aventurados, movió la cabeza para
camino del combate? Tus pies se par
recían a las alas del águila; tu brazo
era más pesado que las altas TamaS
había mostrado jamás a Utsawa el.