Full text: El último mohicano

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que e 
que 
a 
SOpDrIe 
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habia vacilado en disparar 
enemigo sin temor de herir 
salvar, pronunciaron 
tiempo todos eS l: 
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gu 
) deseaba 
1 enter Óse así por 
: n nión Ivo y 
Sy ae quica era $8 
de sus enemigo 
A aquella voz respondiero 
des gritos que partieron del z: 
donde los de habían ocultado 
sus armas de fuego. Nuevos rugidos 
de rabia arrancó a log hurones el 
hecho de ver a sus enemigos los mo- 
hicanos colocados entre ellos y sus 
fusiles. 
Ojo-de-halcón, demasiado impa- 
ciente para cargar otra vez su la 
esrabina, que había en: 
as Zarzas, abalanzóse a ellos con un 
acha en la mano; pero, a es de la 
rapidez de su carrera, 
fin joven salvaje, que, armado de un 
euchillo, púsose delante de Cora: un 
tercer enemigo, en cuyo cuerpo medio 
desnudo tenía pintarrajeados los es- 
pantosos emblemas de la O 
siguió a los dos primeros en una ac 
titud no menos fiera. A los gritos e 
rabia de los hurones siguieron las 
Pra de sorpresa al recono- 
ra los enemigos que venían acomba- 
el y los nombres del Ciervo Agil $ 
y de la Gran Serpiente fueron repe- 
tidos varias veces en un momento. 
Jal Zorro Sutil fué el primero en re- 
a del estupor que este aconte- 
: niento imprevisto les había 
8 le, y al ver que sólo tenían tres ad- 
sario: , alentó 
2 $US COM el gjem- 
plo, y exhalando un alarido terrible 
corrió con el ido en la mano ha- 
cia Ching sachgook, que se de 
arial tos 7 , qe A ? 
are. Esta fué la señal de un 
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ros con la voz y 
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aba tan seguro de su puntería 
contrado entr 'e 
adelantósele . 
-J. FENIMORE COOPER 
combate general, en el que ninguna 
disponía de armas 
mes les era 
rar sus fusiles, y la 
cazador no había 
hicanos para to- 
únicamente la 
lahíia Y 
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pa 11es 
2. tiempo 
nar los; por 
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a victoria. 
Uncas se 
adelante que sus ARS 
el an ero que se vió atacad 
hurón, a quien abrió el crí 
golpe pS hacha y, nivelado con este 
pi e triunto el número dé 164 corm- 
batientes, ya no tuvieron cada uno 
sino un enemigo con quien pelear. 
Hey ward arrancó el hacha del magua 
que había pat clavada en el 
árbol a que se enco1 ba ligada Ali- 
cia y defend Jdvaje 
que le atacaba. | 
Los golpes se sucedían como los 
granos del granizo y se paraban casi 
con idéntica habilidad; sin embargo, 
la fuerza superior de Ojo-de-halcón 
triunfó de su antagonista, a quien 
un golpe de hacha dejó tendido en el 
- suelo. 
Mientras tanto, llevado Heyward 
de un ardor extremado, había arro- 
jado el hacha contra el hurón que le 
o en vez de esperar que 
e pusiera al alcance de su brazo. Heri- 
do el salvaje en la frente, casi vaciló 
y detuvo su carrera un momento. El 
impetuoso Heyward, enardecido con 
esta ventaja habria: precipitóse 
sobre él sin armas; pero no tardó 
en comprender que había cometido 
una 
su valor y serenidad para evitar 
desesperados golpes que su enemigo 
le asestaba con el cuchillo. Viéndo- 
8 imposibilitado para atacarlo, 
decidió emplear toda su astucia para 
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imprudencia, pues necesitó poda: E
	        
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