Full text: El cuarto núm. 111

  
  
  
  
" EL CUARTO NUMERO MM 2 E 
  
-Moví la cabeza negativamente. 
-—¿Una querida? ¿Amigos? 
..—No tengo a nadie... ni hombre ni mujer, ¿Por 
qué me lo pregunta usted ? 
—Vuestro hoyuelo es un poco más pálido que el 
mío. He pensado que tal vez,no sea usted quien, 
muera de muerte violenta, sino alguien de los su- | 
- yÓs, por-su mano ...Pero, si no tiene pales, a 
- nadie... | | 
- —¿Entonces yo? SE 
Se recogió las mangas, se frotó las manos, alzó 
los brazos y se inclinó modestamente. El trabajo 
había terminado, había pronunciado la sentencia 
de muerte. Aquello no me produjo ningún efecto. 
Había muerto ya cuando supe que tenía que partir 
sin volver a ver nunca a Vera. El señor Selfridge 
acompañóme hasta la puerta: ( 
—Hasta que usted se marche tendremos aún el 
- placer... ¿DO €s cierto? Si nuestra empresa ha fra- 
casado, nuestra amistad... Me gustaría hacer las 
paces con. usted. No hablemos más de lo que ha 
ido, y cene usted esta noche con nosotros. 
Cerró la puerta tras mí. Estaba solo en el pasillo, 
“mas libre por haber salido de mi cámara del tor- 
mento. Pero me sentía destrozado, terriblemente 
destrozado; todo lo ocurrido aquel día pesaba s0- 
bre mí y la amargura me atormentaba... ¡Vera! 
¡Vera! ¿Cómo podía decirla que todo había bak: : 
- nado, que no nos. volveríamos a ver más?... ¿Podía 
PER a ello? Entonces estaba yo seguro de 
- que el señor. seltridgs sospechaba algo... había re- 
   
  
	        
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