EL CUARTO NUMERO Mo A
«vedos redondos y nda en una as pipa turca.
- Fumaba con la tranquilidad de un hombre. salis-
_fecho y feliz. Cuando me vió se levantó al punto,
precipitóse hacia. mí con los brazos abiertos, y se
E inclinó profundamente, según su costumbre. -
Sed bien venido a mi modesta morada—dijo
con amable sonrisa, echando hacia atrás sus man-
gas y frotándose las manos, cual si quisiera mos-.
trar que estaban vacías, que no tenía nada dentro.
+ —Más bien soy yo el que debe dar a usted las
8raciás por su amable invitación. -
_ —No, no. Es un atrevimiento el haberle roga-
- do.a usted venir aquí. Perdóneme. Pero el asunto
-€5 muy importante. Y extremadamente urgente...
No esperaba que volviese usted tan pronto.
—No sabía qué hacer, cómo pasar el tiempo.
_—Tanto mejor, tanto mejor...
Se frotaba nuevamente las manos, fué al arma-
rio, sacó de él una botella de coñac y dos copas, |
vertió el líquido y me la ofreció con gracioso mo-
- Vimiento.
Bebi. Aquella introducción sirvió para aproxi-
es un poco al señor Selfridge.
“¡Excelente !—dije, como conocedor—. Pero no -
es difícil, ¡Si fuera ephas coñac de una botella va-
cía!
El señor Selfridge se echó a reír.
E . Tampoco eso sería difícil. Pero no vale la pe-
a... Es un buen coñac francés... ¿Para qué en-
| cs pr producciones infantiles? :
oe las copas de nuevo y bebimos. Me tebeo
nd