que le acompañaba:—¿es por casualidad, vuestro
testigo ? . :
—8í, señor, Nica
—¡Un leñador! :
—Se toma lo que se encuentra, señor mío—dijo
á su vez y con acento burlón el tiznado.
Después se fué derecho al marino que estaba
sorprendido. >
—Perdonad, caballero—le dijo.—¿ Sois, por ven-
tura. el señor Roger de Bellecombe, teniente de
navío ?
¿stremecióse éste al oir aquella voz, y trató de
reconocer aquel rostro cubierto de hollín.
- —¿Me conocéis ?—preguntó.
—SÍ.
—¡Ah!
—¡¿Recordáis la noche del «trece de Marzo»?
El marino ahogó un grito.
—¿Qué queréis de mí?—preguntó con repentina
inquietud.
—Vais á saberlo. 2
Y el tiznado con hollín se llevó á un extremo
del claro, al oficial, como para arreglar con él.
las condiciones del duelo. a
El marino parecía haberse metamorfoseado sú-
bitamente por el acento de aquella voz. que le
recordaba la misteriosa fecha del «trece de Marzo».
Todo en su persona revelaba una profunda in-
quietud, y aquel hombre, que era animoso y leal,
parecía poseído de un terror supersticioso.
—¿ Recordáis pues la noche del trece de Marzo?
—le preguntó el hombre tiznado.
- —Si—contestó el marino bajando la cabeza.
—¿ Y por consiguiente estaréis dispuesto á cum-
plir vuestro juramento?
—SÍ. Do
- —Pensad que jurásteis obedecer á quien os re-
cordara esta frase. :
—Obedeceré. E
- ——Entonces, escuchad. : a :
-— Inclinóse el desconocido al oído del marino, que