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inflexible; había visto cara a cara la muerte y
ésta no le había querido; ¡estaba salvado!
Si fingía dormir lo hacía porque desde que vol-
Vía su razón recobraba su espíritu, su lucidez,
y de aquella manera se aislaba y podía meditar a
sus anchas y analizar los acontecimientos con ri-
—gurosa atención. o :
El primer nombre que se habría escapado de '
sus labios, si estos articularan algún sonido, fue-
ra el de Rocambole; pero la imagen de su terri-
ble enemigo, de aquel hombre cuya existencia ha-
bía negado en un principio, burlándose de los te-
mores de “Timoleón, se presentó a él tal cual lo
había visto la última vez. - : |
No tuvo necesidad de hacer grandes esfuerzos
de imaginación para adivinar lo que había pa-
sado y lo que iba a suceder. Libre y teniendo
zen su poder a Magdalena, había debido Rocam-.
_bole volver a Lifrou para salvar a Vanda, si era
aún tiempo, y creyó indudable que mientras él,
tendido en el trineo del príncipe Maropulof, su
salvador se dirigía hacia el Norte, Magdalena
. se hallaba en el camino de Francia y se le esca-
paba. o E ES pS
, Era, sin embargo, de aquellos hombres que
toman muy pronto una decisión en las situaciones
extremas que para él no eran desesperadas.
En medio de mi desastre cuento con una ven-
taja: la de que Rocambole me cree muerto—se.
dijo, —y para mí no se trata más que de una cosa:
de volver a Francia y comenzar otra vez la lu-
- Y mientras que meditaba de esta manera, se-
guía el príncipe Maropulof la conversación em--
pezada. A y se O
- —Señores—decía el príncipe, —el conde de Ku-
róf es uno de los hombres de más agradable