Full text: La posada maldita (Bd. 3)

  
  
  
   
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á Antonieta y y le entregase tuna carta de ocho pá- 
PE y en escribir esta última empleó casi todo 
ía. 
Ni por un sólo momento tuvo la, idea de conti- 
huar su viaje á Rennes, y hasta se le olvidó avi- 
sar á su abuela el contratiempo que le había ocu- 
rrido. 
Por un momento, sin embargo, tuvo intención 
de escribir á su padre 6 4 su tío. 
Como era hombre reflexivo y durante las horas 
que había tenido que pasar inmóvil en la cama, 
reflexionó mucho, hizo el razonamiento siguien- 
te, que no estaba desprovisto de lógica. 
O su padre y su tío le habían dicho verdad, y 
su abuela deseaba verle, y entonces debía evi- 
tar el avisarles lo que había pasado, porque no 
dejarían de contestarle que tan pronto, como es- 
tuviese restablecido continuase el viaje, ó bien le 
habrían hecho alejarse de París con la; prefonce- 
bida intención de deshacer un, casamiento que no. 
les agradaba del todo, y. en ese caso, debía re- 
- gresar inmediatamente á París, pero sin avisar á 
nadie. 
Esta última idea fué arraigándose en su ánimo 
con verdadera consistencia, y corroboró. su reso- 
lución. 
Transcurrieron aún dos días, durante ls cua- 
des necesitó el cirujano emplear toda su autori- 
dad para impedir que emprendiese el viaje, co- 
rriendo el riesgo de que se le abriese la herida. 
En la mañana del quinto día entró un desco- 
nocido como una “bomba en la: popion que 
ocupaba Agenor en el hotel. 
El recién llegado era Milón. 
Este había ido hasta Rennes, pero ía. casuall- 
dad hizo que dos oficiales que "procedían de An- 
gers, subiesen, al ómnibus que salía de la esta- 
ción 2 para dirigirse, á Ja siudad. 
  
	        
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