Full text: La posada maldita (Bd. 3)

  
  
== 11. 
Si, señor. E 
—¿Y me dirás en dónde encontraré ía cartera? 
—Lo que es en cuanto á eso, si señor. 
El jefe de Seguridad se acercó á la casa y, lla- 
mó á la puerta. 
Esta no se abrió. : 
Llamó otra vez y en el interior se percibleron 
ruidos y murmullos, pero la puerta siguió cerrada. 
—¡Abrid en nombre de la: ley!—repitió el jefe 
de Seguridad. ] j 
Los mohosos goznes noi rechinaron. 
—¡Vamos! ¡A echarme abajo esa puerta!—orde- 
nó el jefe. 
Y Timoleón, encarándose con el señor de Mor- 
lux, le dijo con voz alegre: j | 
—¡Lo que es esta vez cayó Rocambols en el 
garlito! | 
1 
Retrocedamos un poco. : 
El de la Gorra verde, es «decir, el cochero que, 
gracias á Noel halló un asilo en «casa de Rigolo 
el enterrador, volvió 4 Montmartre á la caída de 
la tarde. 
A medida que se acercaba á la casa iba en au- 
mento la emoción que «el antiguo galeote experi- 
mentaba, porque temía hallar á la mujer de Rigolo 
en libertad y al matrimonio llorando tristemente, 
así que fué muy grande su asombro al encontrar 
la llave colocada en la puerta y el cuarto vacío. 
Rigolo no había vuelto: aún. - | 
Era, sin embargo, de noche y aquella mañana 
había debido enterarse de la muerte de su hijo. 
La mujer de Rigolo había cumplido la pena y 
hacía cuarenta y ocho horas que estaba en libertad, 
y á menos que no hubiese obtenido permiso pa- 
 
	        
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