Full text: El cofre envenenado (Bd. 5)

  
  
  
114 LOS PARDAILLAN 
cama y empezó a prodigarle toda clase de 
cuidados. 
Gilito entonces vió que no le sería tan fácil 
como pensaba el curarse, porque apenas es- 
tuvo en la cama, cuando se declaró una fie- 
bre violenta. 
Deliró durante dos días, es decir, que los ' 
pasó suplicando a su tío que le devolviera 
las orejas y por fin éste, impacientado, acabó 
por amenazarlo con la mordaza. 
No sabremos decir si esta amenaza hizo 
efecto o si la fiebre cedió un poco. El caso es 
que Gilito no volvió a hablar de las orejas. 
Al cabo de seis días la fiebre cesó. Cuatro 
días después las heridas estaban cicatriza- 
das y Gilito pudo levantarse. 
Su primer cuidado fué comprar algunos 
gorros capaces de cubrirle enteramente la ca- 
beza, desde la frente a la nuca y sobre ellos, 
se ponía el que prdinariamente llevaba. 
Miróse entonces en un espejo y observó con 
satisfacción que aún presentaba bastante 
buen aspecto. ! 
Aquel día Gilito tuvo con su tío una con- 
versación muy larga y a consecuencia de ella, 
se vistió con el traje del domingo y el tío 
añadió: 
—Vete ahora acompañado de mi bendi- 
ción. 
—Me gustarían más algunos escudos a 
cuenta — dijo Gilito. 
Gil hizo una mueca, pero, se los dió. 
—¿Conseguirás entrar por lo menos? — 
preguntó con tono muy lisonjero para su so- 
brino. 
un medio infalible. 
  
  
  
—Respondo de ello - dijo Gilito — tengo 
  
 
	        
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