Full text: Pardaillan y Fausta (Bd. 20)

     
    
  
  
  
  
  
     
PARDAILLAN Y FAUSTA 
  
tentativas que ella hiciera para provocarla, trope- 
zaban con el absoluto mutismo del gran inqui- 
sidor.. E 
Otra cosa la preocupaba también y era que, a 
su alrededor, y hasta en su misma casa, sentía in- 
tuitivamente que era objeto de una vigilancia 
oculta y esto, al fin, le resultaba intolerable. 
Un día tuvo el capricho de ir a dar una vuelta 
por las afueras de la ciudad, y en la puerta de la 
Macarena, donde la llevó el azar, hicieron parar 
su litera. Un oficial fué a reconocerla y sin opo- 
nerse en lo más mínimo a que saliera, con pa- 
labras muy corteses y respetuosas declaró que 
tendría el honor de escoltar a su señoría y en se- 
guida diez hombres de armas rodearon la litera. 
Fausta, con su calma habitual, hizo observar que 
ya la escoltaban tres gentileshombres y que ello le 
bastaba. Pero el oficial, muy amablemente, re- 
plicó que había recibido orden formal de Su Ma- 
jestad, el rey, para acompañar a la señora prin- 
cesa, a quien el monarca quería honrar muy se- 
- Maladamente. : 
Fausta comprendió que, en realidad, estaba 
presa, pero eso no la inquietaba en modo alguno, 
pues sabía que podría salir en el momento en que 
le conviniese. Sin embargo, le molestaba mucho 
aquella vigilancia, y no sin inquietud se pregun- 
taba cuáles serían las intenciones del gran inqui- 
sidor con respecto a ella. | 
Por estas razones, durante los quince días en 
que Pardaillan estuvo preso, ella se mantuvo en 
la mayor reserva. Todos los días iba a ver a Es- 
pinosa y se informaba de Pardaillan. El inquisi- 
dor le daba cuenta del estado del preso y también 
de lo que se había hecho o se preparaba. 
Ella escuchaba con la mayor atención, aproba- 
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