VIDA POR VIDA 101
—¿ Qué sucede ?—preguntó Picuic—. ¿¡Es
ella ?
—¡ Mira! — contestó lúgubremente Graz-
nido.
Picuic a su vez miró.
—¡ Hombre !—exclamó al cabo de algunos
instantes—. No veo más que dos jóvenes des
acaban de salir de la casita.
: —SíÍ ¿ pero no las conoces, 0, por lo menos,
a una?
Espera. Ahora me dan la pda y se
pasean, pero no, mejor parece que anden con
precaución... miran a su alrededor... parecen
asustadas... Se diría que son prisioneras que
tratan de escapar se. ¡ Pobres muchachas ! Tal
vez están cansadas del convento.
El digno Picuic parecía emocionado por su
conjetura.
—¡ Oh, oh !—dijo de pronto rociado.
—«¿ La has reconocido ?
- —¡Es Violeta !
: —Vámonos—añadió Graznido.
-—¿Por qué ? |
| —Porque desde el momento en que Violeta
está ahí, Belgodere no anda lejos. Prefiero
comer bellotas que recibir garrotazos.
—¿ Quién será la otra ?—preguntó Picuic.
—¿ Qué nos importa? Vámonos.
- Y Graznido iba a unir la acción a las pala-
_bras, cuando se quedó clavado en el sitio al
Oir e una voz chillona le preguntaba : -
—¿ Qué hacéis ahí ? (
E o hombre muerto — pensó Graznido, -
tendiendo ya la espalda al garrotazo que es-
peraba.
Pero como el golpe no cayó, ni la voz pa-