VIDA POR VIDA 167
—Todo eso—añadió Fausta—os empleará
ocho días. Pongamos diez.
—;¡ Señora !—exclamó Maurevert—. Creo
- que no habéis... |
—Yo creo—interrumpió Fausta con frialdad
—que vuestra cabeza está muy poco segura
sobre vuestros hombros y que puedo hacerla
caer tan sólo con señalarla al señor duque.
Creedme, señor de ¡Maurevert, obedeced sin
discutir.
- —Obedezco, señora—murmuró 'Maurevert,
- poniéndose pálido—pero mi cabeza, a la que
vos amenazáis, os la doy. Consiento en morir
mientras antes pueda ver morir a él.
_—Tened paciencia—dijo Fausta—. Obede-
ced y lo veréis morir. dd
—¡ Ah, perdonadme, señora! Llegué a Su»
poner que le hacíais gracia de la vida.
- —No, señor de Maurevert, tranquilizaos.
—y Y la cita de Ville 1'Evéque ?—exolamó
- Maurevert. :
—A-cudiréis a ella.
—¿ Acompañado?
—Solo.
¡Maurevert se estremeció.
-—Es necesario. Hay que procurar que su
confianza sea absoluta. E a ,
- SÍ, ya comprendo. Iré solo. ¿Y qué diré?
- —Ya que vuestro viaje a Blois durará de
ocho a diez días, diréis a esos hombres que
si quieren ver a Violeta, acudan dentro de
diez días a la puerta de Montmartre, adonde
vos la llevaréis.
-—¿ Y entonces, adónde los conduzco ?—pre-
-guntó Maurevert. Sto
—A la muerte—oontestó Fausta—. En cuan-
to al lugar exacto del suplicio, lo sabréis al