VIDA POR VIDA
IV
PARDAILLAN Y FAUSTA
Ya hemos dicho que en el momento en que
se puso en marcha la procesión hacia la ca-
tedral, fueron a colocarse los fugitivos en se-
. Suimiento de Enrique 11. Y por las convef=
—Saciones” que acabamos de reseñar, nos he-
mos enterado de que tales hábitos cubrían la
figura graciosa y sonriente de María de Mont-
_Pensier, y la otra la majestuosa, sombría y
E - fatal de Fausta.
Esta, como organizadora del asesinato de
- Enrique III, tenía empeño de asistir a él, 00-
mo un dramaturgo a la primera representa.
SEA desu obio O OS
Nadie sentía la menor desconfianza de aque-
Mos dos frailes. Además, el rey había dado
Ordenes para que no lo rodearan ninguna
Clase de guardias durante la pIOCesión:. >
. Hizolo así, porque no tenía el menor mo-
- ÉVO para sentir sospechas, a pesar de las re-
—Somendaciones de su madre, que era la des-
- Confianza personificada. Además, era valiente
Y no le hubiera disgustado arrostrar un peli.
- '8TO, en caso de creer en él, y, por otra parte,
_ SL como rey le gustaba rodearse de 1mpo=
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