Full text: Tomo segundo (Bd. 2)

   
    
  
   
   
  
  
EMILIO SALGARI 
—Un sitio en toda regla, ¿verdad, Carmelo? 
—Estamos completamente sitiados, pobre amigo mío 
—contestó el joven ingeniero—, ¿Qué es lo que has 
traído? 
—Miseria y nada más que miseria. Habas y fríjoles 
secos, mezclados con pedazos de calabaza reseca. 
—¿Has traído agua? 
—Tres o cuatro litros. 
—Nos pondremos a ración y resistiremos hasta que 
podamos. : 
—¿Masticando frijoles y habas secas? ¿Paciencia ! 
¿Pero cuánto tiempo podremos resistir de este modo? 
—¿No ves que no se atreven a atacarnos ? 
—Cuando hayan recibido refuerzos verás a esos ca. 
nallas subir al asalto como los mejores soldados del 
mundo. Hace poco he visto dos jinetes salir 'al galope 
hacia aquella colina, que debe ocultar poblados. Ya ve- 
rás cómo después que amanezca los sitiadores se habrán 
convertido en doscientos o quizá muchos más. 
—Y nosotros no estamos sobrados de cartuchos—dijo 
Zamora mirando al joven ingeniero. A 
-. —Procuraremos no malgastarlos. ¡Ah !... ¡Los bandi- 
dos empiezan a impacientarse ; pues bien, que avancen 4 
y empiecen el asalto. : 
En efecto, los rifeños, cansados de gastar pólvora sin 
resultado alguno, porque sus proyectiles mo podían atra- 
vesar las gruesas paredes del minarete, habían mon- 
tado de nuevo, avanzando hacia la cuba. a 
Apenas habían empezado a acudir, cuando desembo- 
_caron del estrecho valle a galope tendido otros cin- 
Cuenta jinetes o más, que se anunciaron con un vivo 
o E 
  
    
  
  
  
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.